Confesiones de enfermeras

Cosas que les molestan de ti

Las enfermeras, qué paciencia
Las enfermeras, qué paciencia. 

Cuando hay que curar heridas, cuando hay que realizar análisis, cuando hay que administrar medicación, cuando hay que educar al paciente, cuando hay que vacunar… Las enfermeras están ahí, atendiendo algunas de las necesidades más engorrosas de los pacientes. Sus funciones, muchas veces menospreciadas, son una parte imprescindible del sistema sanitario.

Ser enfermera desgasta mucho, como cualquier trabajo de cara al público. En su caso hay que añadir que tratan con nosotros cuando estamos enfermos, lo que suele afectar muy negativamente en nuestro estado de ánimo. Son las profesionales de la sanidad que tienen un contacto más íntimo y recurrente con los pacientes.

Hemos abierto un grupo de WhatsApp con 25 enfermeras de centros públicos para que se desahoguen, que nos cuenten qué actitudes podríamos mejorar. En el grupo hay enfermeras de varias comunidades autónomas, tanto de atención primaria como hospitalaria y de diferentes edades (hay incluso alguna jubilada).

Hablamos de enfermeras en femenino porque en este sector se refieren a sí mismos como enfermeras, aunque también haya enfermeros. El motivo es que hay muchas más enfermeras que enfermeros: un 85% de las colegiadas en Enfermería son mujeres. En este caso existe un consenso profesional en torno al nombre en femenino, algo que no sucede cuando hemos hecho otros artículos parecidos a este sobre camareros o tatuadores.

Estas son algunas de las cosas que más molestan a las enfermeras.

Cuando creemos antes a Internet o a la televisión que a ellas

Lo que molesta cuando sacan la lista de preguntas que han buscado en Google, todas contestadas con la primera página que han encontrado en internet.

A mí me han llegado a decir: “Va a ser que tiene usted razón. Hoy han dicho en Saber Vivir lo que usted me ha dicho tantas veces en la consulta”

Pero no es solo la tele e internet. También vale más lo que diga la vecina del quinto. Cualquiera antes que nosotras.

Cuando pensamos que lo sabemos todo (o no sabemos nada)

A mí me hace mucha gracia el tema de la tensión. La gente suele pensar que sabe y te dicen cifras que no tienen ningún sentido. En plan: «Ah, pues el otro día la tenía muy bien: en siete y cuatro» [las cifras óptimas son 120 y 80, 12 y 8 en los términos a los que se refiere esta enfermera]. Te quedas con cara de 😲.

O cuando dicen: «No, no, si yo no soy hipertensa». Señora, usted tiene la tensión bien porque se toma tres pastillas para eso mismo.

Ay, a mí me mata cuando vas a revisar la glucemia [presencia de azúcar en sangre] a un paciente y te dice: «Pues no lo entiendo, si yo no tengo azúcar». Y en la historia ves que lleva siendo diabético un montón de años 😅.

Y que cuando alguna vez fallas al pincharlos se enfaden y no se den cuenta de que no es a propósito. Lo intentamos hacer lo mejor posible.

Cuando te dicen: «Tomo esa pastilla blanca pequeña…». Y se quedan ahí, como si tú pudieras saber el nombre del principio activo por el color y el tamaño.

A veces se creen que somos malvados. Se piensan que vamos a dejarles que se mueran de hambre cuando les dejas en absoluta [sin comer ni beber] por una prueba. Incluso se enfadan.

Cuando no podemos esperar un poco

No me gusta nada cuando abren la puerta mientras estoy con un paciente. ¿Y si estoy poniéndole un inyectable y está con el culo al aire?

Los que no entienden que en urgencias se atiende por gravedad y no por orden de llegada.

Los que protestan porque llevan 30 minutos esperando y llegaron 30 minutos antes de su hora.

Los que se piensan que las enfermeras son aprendices

No puedo con los que ponen en duda tus habilidades porque te ven muy joven y no quieren que les atiendas.

¡¡¡¡O que a la mínima te pidan que avises al médico de guardia!!!!

A ver, es que si llevo 35 años trabajando de enfermera sé perfectamente lo que debo hacer y lo que no.

Lo que más me molesta es cuando te llaman para pedirte algo en plan «guapa, chavala, chica…» 😔. Sobre todo cuando ya te has presentado por tu nombre y como su enfermera.

Y cuando oyes por el pasillo el «oye niña, ven p’acá». Y eso que yo tengo cincuenta y pico años.

O que te chisten como a un perro. “Chsss, chsss, chssssss”.

Cuando las comparamos con los médicos

Por el hecho de ser mujer dan por hecho que tienes que ser enfermera y el hombre tiene que ser el médico.

Y, sin embargo, cuántas veces han confundido a un enfermero o a un celador con el médico… Hay muchos prejuicios.

También hay que se quejan demasiado a la enfermera por cosas que no son de nuestra competencia, pero cuando luego llega el médico todo es divino….😡😡

Y su relación «especial» con ellos

Uf, qué tema tan jugoso 😅 Existe un claro clasismo entre los profesionales de Medicina con respecto al resto de sanitarios.

Se nota bastante que los médicos jóvenes sí tienen más mentalidad de trabajo en equipo. Hay muchos de la vieja escuela que no cuentan con nosotras para nada.

Todavía existen médicos mayores que tratan a las enfermeras como secretarias.

Ojalá llegue un día en el que nos demos cuenta que cada uno tenemos un papel y que se complementan.

Cuando nos tomamos demasiadas confianza

Que me pregunten: “¿Qué le pasa a ese del box 10 que grita tanto?”

Otra cosa que también me cabrea mucho es que se piensen que esto es ‘Anatomía de Grey’ y que todos estamos liados con todos.Algo bastante molesto es cuando vas a curarlos, te acercas para ver bien la herida y ellos deciden que es el mejor momento para liberar los gases acumulados del día.

Una vez que se atraviesa la puerta del hospital se puede pasear con el trasero al aire, sentarse abierto de piernas mirando hacia la puerta de la habitación, enseñarte la sonda en medio del pasillo para ver si la lleva bien puesta… En fin una playa nudista.

 

BONUS:

1. Anécdotas divertidas

A mi una vez me dijeron que eran del Betis y yo: «Ah, pues muy bien». Y resulta que me estaba diciendo que era diabético.

Que aparezca un paciente que tenía que entregar una muestra de heces… Con un tupper lleno. Y todavía dudaba si era suficiente.

En los boxes de urgencias de un hospital poníamos unos carteles que decían lo siguiente: «Desnúdese, meta la ropa en la bolsa y métase en la camilla». Una vez, al entrar a un box, encontré a un paciente dentro de la bolsa.

Yo tuve un paciente que se comió un supositorio 😳.

2. Anécdotas entrañables

Una de las cosas más bonitas fue con un señor mayor con demencia avanzada que apenas recibía visitas. Casi no reaccionaba. Solo gritaba cuando le hacíamos las curas. Una vez me cogió la mano y sonrió… Es algo muy simple, pero es muy bonito ver cómo en ese momento estaba tranquilo.

Yo debo confesar que, trabajando en oncologia, una de las cosas más bonitas y que más te motiva es cuando los familiares de un paciente fallecido, aún pasándolo muy mal, te agradecen lo bien que les has tratado y lo pendiente que has estado cada día de cada ingreso.

 

Fuente: verne.elpais.com

Dulces con nombre raros

La vida del pastelero en su obrador y de la monja en su convento, los principales productores de dulces, era dura y entregada. Ponerles nombres vulgares a sus creaciones les proporcionaba un poco de inocente diversión; la única consecuencia fue estigmatizar a su localidad por los siglos de los siglos. Bah, un pequeño precio, pensarían.

Tetillas de novicia

Hay nombres que hacen imposible figurarse a quienes tuvieron la idea, pero hay otros que dibujan muy rápidamente una imagen mental del autor. En este caso no es difícil imaginarse a un anciano medieval (de 35 años probablemente) babeando al paso de las jovencísimas nuevas monjas mientras comía un bizcochito puntiagudo típico de Chinchón. Es posible que nombrar así al bizcochito le produjera algún tipo de consuelo a este viejo verde.

Tetillas de monjas

Tetillas de monjas

Pedos de monja

Y como la sociedad no perdona la edad a las mujeres, lo que antes eran lujuriosas tetillas se han convertido en vulgares pedos. Pero no hay que pensar mal: en realidad, el nombre es fruto de un error. Los pedos de monja o pets de monja son unas galletas catalanas tradicionales. Las inventó un pastelero italiano asentado en Barcelona y se supone que su nombre original, “petto de monca”, hacía referencia al pecho de las monjas. Viendo su forma de bolita con pezón, tampoco creemos que mejore mucho la cosa.

Pedos de monja

Brazo de gitano

Racismo y violencia en un mismo postre; sólo lo superaría el Ku Klux Klan luchando a tartazos. Las hipótesis sobre por qué se bautizó de tal manera a esta lámina de bizcocho genovés enrollada y rellena son principalmente tres. La primera sostiene que se debe a un dulce que un monje de El Bierzo trajo a España desde Egipto bajo el nombre “brazo egipciano”. La falta de logopedas de la época hizo el resto. Otra pone el foco sobre los recortes de pastel que llevaban los artesanos gitanos enrollados en los brazos tras recibirlos como pago cuando arreglaban algo en un obrador. Y la última va al grano y apunta a la similitud entre el color tostado de la parte exterior del bizcocho y el tono habitual de piel de los gitanos.

Brazo de gitano

Brazo de gitano

Chochos charros

Estos chochos con denominación de origen salmantina tienen el mismo problema que sus homólogos salados: se prestan a confusión. Para que tengas las cosas claras: si viene en una bolsita de plástico, se hacen con azúcar, almendra y canela y tienen forma de peladilla, es un chocho charro.

Chochos

Huesos de santo

Y uno de los 9 dulces con nombre raros son los huesos de santo. Pese a que los esqueletos de los santos deben reposar en cristiana sepultura, el 1 de noviembre no tenemos ningún problema en desenterrarlos y zampárnoslos. Este dulce típico del día de Todos los Santos está hecho de mazapán relleno de yema dulce. Fuera antes el nombre o la forma de huesecillo con tuétano, está claro que los confiteros de antaño un punto pelín macabro tenían.

Huesitos del Santo

Huesitos del Santo

Piononos

Hagamos un pequeño paréntesis entre tanta infamia y disfrutemos de la inocencia de los piononos. Este pastelillo de bizcocho borracho y crema es oriundo de Santa Fe. Nuestro encantador pueblecito de Granada, al contrario que otros, no tenía la necesidad de ensuciar el nombre de sus dulces populares. Sus habitantes elaboraban piononos como ángeles en el obrador y les pusieron un nombre divertido, sin ninguna pulla ni obscenidad… ¿no resulta un poco sospechoso? ¿Por qué esa apariencia de pureza y buen gusto? ¿Qué pecados ocultas, Santa Fe?

Piononos de Santa Fé

Piononos de Santa Fé

Engañamaridos

Esta receta tiene también su versión salada, lo que significa que las esposas de antaño se las sabían todas. Además, no se conoce exactamente qué es un engañamaridos. Una versión dice que se trata de unos buñuelitos onubenses aparentemente voluminosos pero cuyo interior es prácticamente aire. Otra versión defiende que son unos churros en forma de cuerno que elaboraban con mucha guasa las monjas en los conventos. No sé si a los maridos de la época los engañarían, pero desde luego a todos los demás sí.

Dulces orgasmos

Pese a que la publicidad de chocolate nos ha intentado convencer a menudo de lo contrario, ninguna comida produce orgasmos. Ni dulces ni salados. Sin embargo, estas galletitas asturianas en forma de corazón llegan incluso a apropiarse el término. Sinécdoque tan atrevida no se vio desde que unos desgraciados trataron de fumarse unas galletas María.

Dulces orgasmos

Cojones del anticristo

¿Se puede ser más zafio y blasfemo a la hora de nombrar unas dulces rosquillitas? Si se puede, no queremos enterarnos; suficiente tenemos con terminar este post sin que cualquier loco venga a escaldarnos en agua bendita. Los cojones del anticristo son oriundos del Valle de Liébana. Al parecer, su nombre proviene de una discusión entre religiosos en la que uno llamó a otro “testigo de hereje”, que en latín se dice “testiculum”. Esta simpática confusión se aliñó con grosería ibérica y de aquellos polvos vinieron estos lodos.

Conclusión: tras situar en un mapa los lugares de procedencia de estos dulces, comprobamos que en este país en cuestión de los 9 dulces con nombre raros, al contrario de lo que se piensa, hay mucha más retranca en el norte que en el sur.

 

Fuente: apuntococina.com