Videojuegos y los niños

9 consejos para regular el uso de videojuegos en niños

La práctica excesiva de juegos de video podría convertirse en un problema de salud. Si tu hijo dedica más tiempo a las consolas que a compartir en familia, es momento de tomar cartas en el asunto.
9 consejos para regular el uso de videojuegos en niños

El uso de videojuegos de forma desmesurada representa un riesgo para la salud mental de los niños. La Clínica Universidad de Navarra señala que el descontrol de dicha actividad conduce a comportamientos ludópatas, interrumpe la vida social y causa desapego de la realidad.

Además, pasar horas absortos entre imágenes en el televisor, el teléfono inteligente, la computadora o la tableta, buscando recompensas y subir de nivel, lleva al sedentarismo infantil, la obesidad y el sobrepeso.

Una publicación de la revista Farmacia Profesional también vincula la tecnopatía con problemas auditivos, estrés visual o tensión ocular, dolor cervical, tendinitis, lesiones por movimientos repetitivos, insomnio tecnológico y síndrome del túnel carpiano. Algunas secuelas psicológicas son la depresión social, la adicción a las redes sociales y la nomofobia.

¿Por qué es importante controlar el uso de videojuegos?

La agencia Wild FI reveló que entre enero y marzo de 2020, el consumo global de videojuegos se incrementó un 62 %. En 2021 un artículo de la revista Enfermería Global aseguró que la utilización excesiva aumentó de manera vertiginosa, sobre todo entre varones de 10 a 19 años.

Es aconsejable que los padres o los tutores dirijan el tiempo dedicado a los videojuegos, con el fin de evitar afecciones a la salud y el comportamiento de los niños. Dejarlos por sí solos dificulta detener situaciones adictivas en las que, por ejemplo, el jugador miente para seguir frente a la pantalla.

El boletín del Consejo General de la Psicología de España recomienda establecer límites en los juegos digitales para fomentar las relaciones positivas familiares, que los niños interactúen con amigos reales, duerman las horas suficientes, participen en actividades extraescolares y estén al día con las clases y sus deberes.

Consejos para controlar el uso de videojuegos

Los juegos de video son diseñados para atraer, emocionar y cautivar a quienes los consumen. Sin embargo, la dedicación desmedida no es sana. De hecho, la Organización Mundial de la Salud añadió el trastorno por uso de videojuegos en la Clasificación Internacional de Enfermedades.

Videojuegos en niños adictos a ellos.
Distintas organizaciones de salud advierten que el uso desmedido de videojuegos redunda en problemas físicos y mentales.

1. Fija horarios

Permite una o dos horas diarias para el uso de videojuegos, así controlas la ansiedad, el cansancio visual y previenes la adicción. Si el niño rompe la regla pasándose, aunque sea pocos minutos, descuéntalo de los próximos turnos.

2. Explica que hay más formas de entretenimiento

Enséñale al niño que hay un mundo lejos de la pantalla. Anímalo a practicar deportes, inscríbelo en clases de arte o invítalo a que salga al aire libre. Mientras más actividades lo ocupen luego de la escuela, menos horas quedarán para los juegos de video.

3. Ten una solución ante la posible protesta

De ser el caso, recuérdale que no está en un campeonato de eSports. Al momento de apagar el aparato es probable que surja una excusa para quedarse un rato más. Puede pausar y guardar la evolución hasta el día siguiente.

4. Activa el control parental

Prácticamente todos los sistemas modernos de videojuegos admiten el control parental, de manera que los adultos configuran el tiempo para que, una vez completado el lapso, la consola se desactive. En smartphones o tabletas, los sistemas operativos iOS Android proveen opciones en las que limitas el uso diario de aplicaciones.

Y si te vas por una alternativa más sencilla, activa un temporizador en tu teléfono, así verificas que el niño abandonó el juego electrónico en el momento pautado.

5. Asigna responsabilidades

Del mismo modo en que estableces horarios para los videojuegos, aclara que existen responsabilidades antes de empuñar el control. Es obligatorio que los niños cumplan con las asignaciones de la escuela y colaboren con las tareas domésticas acordes a su edad. Déjales saber que infringir estas reglas repercute en el rato de esparcimiento.

6. Ofrece refuerzos positivos

Infocop Online sugiere premiar las actividades no asociadas a los videojuegos. Esta revista del Consejo General de la Psicología de España acota que las recompensas no solo son materiales, ya que los elogios verbales y la atención también son gratificantes. Asimismo, mejoran la relación entre las partes.

7. Nada de consolas en la habitación

Las consolas de videojuegos tienen que estar en áreas de uso común. Si hay una máquina en la habitación, la supervisión es difícil.

En el caso de computadoras o teléfonos es más complicado. Una alternativa es exigir a tu hijo que manipule los dispositivos portátiles en horarios determinados.

8. Juega también

Si acompañas a tu hijo en el juego es más simple vigilar que respete el tiempo establecido. Así lo aconseja la Academia Americana de Pediatras. Proponle tomar turnos, que te enseñe trucos y que sienta tu interés por involucrarte y disfrutar de sus gustos.

9. Compartan tiempo en familia

Los paseos, los eventos e incluso los momentos para ver una película en familia o con los amigos son ideales para despegarse de las misiones ficticias en pantalla. Dedicar tiempo de calidad a los hijos les despierta el interés por participar en actividades conjuntas. Enseña, sobre todo a los más pequeños, que es posible divertirse con juegos sin tecnología.

Videojuego de fútbol que usan los niños.
Las reglas parentales para regular el uso de las pantallas tienen un sentido de salud y de protección de los niños, aunque ellos no lo entiendan.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?

Algunas señales que alertan sobre la necesidad de buscar ayuda profesional para tratar las adicciones de niños a los videojuegos son las siguientes:

  • Prefiere los juegos de video violentos y esto se refleja en su personalidad.
  • No respeta los horarios establecidos para dicha actividad.
  • El tiempo de juego interfiere en su vida familiar, escolar, recreativa y social.
  • Se aferra al equipo para subir de nivel, muestra obsesión, siente tristeza o ansiedad si no le dejas jugar.
  • Solo los videojuegos calman su mal humor.
  • Manifiesta algún déficit de atención.
  • No quiere realizar otras actividades que antes disfrutaba.

No conviertas el uso de videojuegos en una riña familiar

La actitud que toma un adulto frente a una situación con un niño influye en gran medida en la respuesta del infante. No esperes a que la utilización de videojuegos se transforme en un problema. Desde que decides comprar la consola, de buena manera puntualiza cómo será el escenario.

Explica por qué activarla en horarios específicos, la importancia de no tener contacto personal con otros jugadores en línea (en especial si no se conocen), lo delicado de compartir información privada y aclara que constantemente supervisarás tanto los juegos elegidos como las partidas.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com

¿Cómo controlar la ira?

¿Cómo controlar la ira?

La ira es una emoción universal innata. Todos tenemos la capacidad de experimentarla. Forma parte de las seis emociones básicas que el psicólogo Paul Eckman identificó como comunes a todos los seres humanos:

La sorpresa, el asco, el miedo, la alegría, la tristeza y la ira.

Estas seis emociones están asociadas a la capacidad del ser humano para adaptarse a su entorno. Por lo tanto, si forman parte de nuestro registro emocional actual es porque nos han resultado evolutivamente beneficiosas. Es cierto que algunas de estas emociones son más cómodas de experimentar que otras, pero todas ellas tienen su función y su razón de ser.

¿Qué es exactamente la ira?

La ira es una emoción que sentimos las personas en respuesta a una amenaza real o ficticia. Nos provoca enfado, irritación, sentimientos de indignación y frustración.

Surge en un contexto de vulnerabilidad, y su cometido evolutivo es motivarnos a combatir aquello que pueda dañarnos. Para ello, el cuerpo reacciona a nivel fisiológico elevando el ritmo cardíaco y la presión sanguínea, y segregando adrenalina y noradrenalina.

En el pasado era habitual sentir miedo o ira delante de un depredador que intentaba cazarnos, o ante un rival que amenazaba nuestra supervivencia robándonos nuestros víveres. Era una emoción totalmente adaptativa. Nuestra mente y nuestro cuerpo reaccionaban para resolver una amenaza real.

El problema es que hoy en día no hay demasiadas amenazas que pongan en peligro nuestra integridad. En cambio, sí hay muchas situaciones en que las personas expresamos una rabia desmesurada, debido a nuestra incapacidad para gestionar las emociones adecuadamente.

ira en la cara
La ira es una emoción natural en el ser humano, pero puede perjudicarnos si no aprendemos a controlarla

Dos tipos de ira

Según nuestra forma de expresar la ira, podemos diferencias dos formas claras: la ira agresiva y la ira pasiva.

Ira agresiva

Es una forma de manifestar la frustración mucho más visible que no da lugar a equívocos. Así, podemos encontrar que las personas realizan algunas de las siguientes acciones:

  • Gritan de forma desproporcionada.
  • Juzgan a la otra persona desde la superioridad.
  • Culpan de su frustración a otra persona o a algo externo.
  • Amenazan al otro.
  • Destruyen objetos.
  • Ejercen la violencia física contra la otra persona.
  • No muestran ningún tipo de empatía.
  • Castigan de forma injusta.
  • Utilizan la venganza para resolver el conflicto.
  • Actúan de forma imprevisible.

Ira pasiva

Puede expresarse de las siguientes maneras:

  • No gestionan bien la rabia y la reprimen.
  • Sienten rencor, pero no lo verbalizan.
  • Manipulan a los demás.
  • Desprecian a la otra persona mostrando indiferencia.
  • Eluden el contacto visual.
  • Sienten superioridad por controlar aparentemente sus emociones.
  • Critican al otro a sus espaldas.
  • Adoptan el papel de víctimas.
  • Sabotean al otro.
  • Evitan el conflicto.

Este modo de sentir la ira es más sutil y puede pasar desapercibido, pero tanto la ira agresiva como la ira pasiva son perjudiciales para quienes la ejercen.

ira pasiva
En la ira pasiva los signos son más sutiles y pueden no notarse obviamente

Estrategias para manejar la ira

Los sujetos que tienen dificultad para gestionar la rabia, especialmente cuando son más agresivos, manifiestan en muchas ocasiones que no son capaces de controlarse. Sin embargo, todos podemos aprender a expresar nuestras emociones de manera mucho más adecuada. Veamos algunas formas.

1. Conocerse a uno mismo

El autoconocimiento es indispensable para mejorar nuestra gestión emocional. Todos tenemos heridas emocionales que se van acumulando a lo largo de la vida; es inevitable. No obstante, tener presente qué es lo que hace que la herida vuelva a sangrar puede ayudarnos a resolver el conflicto de manera más adecuada la próxima vez que algo nos afecte especialmente.

2.  Aceptar de la realidad

En la mayoría de ocasiones, el sufrimiento de las personas que sienten una gran rabia e impotencia proviene de la no aceptación de lo que sucede. Cuanto antes asumamos que las circunstancias son como son y no como quisiéramos, antes dejaremos de resistirnos y sufrir.

3. Detectar las distorsiones cognitivas

Lo reconozcamos o no, nuestro diálogo interno está lleno de ideas irracionales y distorsiones cognitivas. Si realizamos un entrenamiento para detectar los pensamientos que nos están perjudicando especialmente, seremos capaces de reaccionar mejor la próxima vez que una situación nos resulte amenazante.

enojo y rabia
El control de la ira se basa en el autoconocimiento que podamos practicar

4. Entrenar las habilidades sociales

Las personas con dificultades para gestionar la rabia pueden beneficiarse enormemente de un entrenamiento en habilidades sociales. De ese modo, aprenden a reaccionar de manera asertiva, una forma mucho más respetuosa y empática de resolver conflictos.

5. Trabajar la autoestima

Los sujetos que no controlan su ira suelen ser personas con una autoestima poco saludable. En muchas ocasiones ni siquiera son conscientes del dolor que provocan en las otras personas, pero cuando sí lo son suelen sentir un gran desprecio hacia sí mismos. Por ello, es importante que estas personas se conozcan bien a sí mismas y aprendan a valorarse de una forma más sana.

6. Sentir compasión

Relacionado con la consigna anterior, los individuos con dificultades para gestionar su rabia tienen que aprender a perdonarse y a reconocerse desde la compasión. Solo así, desde una aceptación profunda y un amor incondicional, podrán cerrar todas sus heridas.

Recomendaciones finales para controlar la ira

Aprender a gestionar la rabia, y todo lo que ello supone, no es algo que podamos aprender rápidamente en pocos días. Requiere de mucha humildad, para reconocer los errores del pasado, y de mucha voluntad para querer cambiar a partir de ahora.

No obstante, si las personas deciden solucionar esta dificultad, la psicología ofrece numerosas herramientas para llevarla a cabo de forma exitosa. La incapacidad para controlar la ira puede llegar a ser un conflicto del pasado.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com