La silla de pensar

La silla de pensar: ¿sirve este método para corregir a los niños?

La silla de pensar no conduce al aprendizaje, ya que no señala cuál es la conducta que queremos que los niños realicen. Por el contrario, se percibe como un castigo.
La silla de pensar: ¿sirve este método para corregir a los niños?

Durante mucho tiempo, la silla de pensar fue uno de los recursos más empleados para la crianza. ¿Funciona o no funciona?

Voces a favor y voces en contra hay al respecto. Cada quien tiene su experiencia. Lo cierto es que no todos los niños necesitan lo mismo.

Esto es muy importante tenerlo en cuenta. La efectividad de ciertas técnicas depende de su nivel de madurez, de la edad, de su personalidad, del momento de aplicación y de un sinfín de factores más.

¿Por qué se desaconseja la silla de pensar para los niños?

La silla de pensar es una técnica presente en la vida de padres, madres y educadores desde hace mucho tiempo. Sin embargo, a la par que se conoce y aprende más sobre las infancias y su desarrollo, también se amplía el repertorio de técnicas recomendadas.

Se emplea cuando se considera que un niño no se comportó de manera correcta. Por eso, se le pide que se vaya solo a la silla de pensar y reflexione sobre su conducta.

Tal como lo anticipa su nombre, el objetivo es convocar a la reflexión sobre un comportamiento. Sin embargo, no hay que perder de vista que los pensamientos en la infancia y en la adultez son completamente diferentes.

Pensemos en el desarrollo progresivo del cerebro. Solo con el tiempo alcanzamos el dominio de diferentes funciones, como las ejecutivas, que nos ayudan a planificar, organizar, tomar decisiones y controlar impulsos.

De modo que, antes de indicarles a los chicos que vayan a la silla de pensar, vale pena preguntarse sobre qué van a pensar. ¿Van a reparar en aquello sobre lo que nosotros queremos? Es muy posible que no. Muchos de ellos aún no tienen la posibilidad de hacerlo.

Incluso, el solo hecho de mandarlos a la silla de pensar no promueve ningún tipo de aprendizaje. No orienta en dirección a la conducta deseada.

Madre castiga a su hijo.
La silla de pensar es una forma de castigo. Es probable que no genere ningún aprendizaje en el niño.

No deja de ser un castigo

Hay que tener cuidado con el mensaje que estamos instalando. Un padre que le dice a su hija “te voy a mandar al rincón de pensar” lleva a una idea equivocada sobre lo que implica el acto de pensar. Es decir, ¡todo lo contrario de lo que esperamos!

También se considera que la silla de pensar o el tiempo fuera son castigos disfrazados. En lugar de promover la reflexión, conducen a las 4 consecuencias del castigo:

  1. Rebeldía.
  2. Revanchismo.
  3. Retraimiento.
  4. Rencor.

También se percibe como un castigo porque el mensaje que le llega al niño es que les retiramos nuestro afecto. En realidad, lo que debemos transmitir es que sus acciones tienen consecuencias y que una de ellas puede ser el enojo o malestar de los padres. Sin embargo, eso no quiere decir que ya no los queremos más.

Por el contrario, para no dañar su autoestima, también debemos ser capaces de comunicarles que los queremos tanto cuando hacen las cosas bien como cuando esto no sucede. Sí debemos alentarlos a que corrijan su conducta.

Algunas alternativas a la silla de pensar

En lugar de proponer el rincón o la silla de pensar, podemos apelar a la conversación de pensar, tal como la llama el psicólogo Álvaro Bilbao. Se trata de empatizar con los niños, de darles pistas y orientarlos a reflexionar sobre por qué determinado comportamiento o actitud no es la más adecuada.

Emplear el diálogo tiene el enorme potencial de que también nos permite conocerlos para entenderlos y así ponernos en sus zapatos. Quizás, nos acerquemos a entender por qué actuaron como lo hicieron. Se trata de apertura y de cercanía.

En su libro Disciplina sin lágrimas, Daniel Siegel y Tyna Payne Bryson proponen en reemplazo una especie de rincón de las emociones y la tranquilidad. Es decir, un lugar en donde los niños puedan retirarse un momento para tranquilizarse, encontrando objetos familiares.

Una vez que estén un poco más tranquilos, es importante la guía y el acompañamiento del adulto, que debe orientar la reflexión. Es bueno emplear preguntas para fomentar la empatía:

  • ¿Qué te parece lo que ha sucedido?
  • ¿Cómo crees que se siente tu hermano después del golpe que le diste?
  • ¿Cómo te sentirías si estuvieras en su lugar?

Es clave ayudarlos a pensar en diferentes alternativas a la hora de resolver un conflicto. Por ejemplo:

  • ¿Qué podrías haber hecho distinto para conseguir que tu hermano te devuelva el juguete?
  • ¿Qué te parece si la próxima vez intentas con…?

A su vez, debemos señalarles la conducta positiva que quisiéramos que tengan. Por ejemplo, si quieres que tu hijo deje de jugar con los alimentos mientras come, puedes decir: “¡qué bien, María ya está terminando su comida y podrá jugar pronto!”. A veces, estos comentarios provocan que también quieran ser reconocidos e imitan el comportamiento de su compañero.

Niño mandado al rincón.
Hay alternativas más saludables para que los niños reflexionen sobre su comportamiento. Estar aislados en un castigo no contribuirá.

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Aprender a mirar con ojos de niños

Hay que relativizar algunas travesuras o picardías de los niños. Muchas veces, los adultos nos sentimos tentados a poner límites todo el tiempo, incluso por presión social. Así, cualquier actividad, incluso aquellas en donde no hay peligro, terminan convirtiéndose en un “no”.

Es necesario que nos contagiemos un poco de su mirada, ponernos en sus zapatos y entender que ellos mismos se ponen a prueba. Quieren explorar el mundo que los rodea y se ven impulsados por la curiosidad y la motivación. También tienen que aprender, poco a poco, a ser capaces de autorregularse.

Aunque muchas personas vayan a sorprenderse con esto, tenemos que pensar en límites que se puedan romper y desafiar. También forman parte del aprendizaje, pero se caracterizan porque no representan peligro alguno. Por supuesto que hay que ser consistentes para no confundirlos.

Aprendamos a criar de manera positiva y colaborativa con los niños. También tienen algo para enseñarnos.

Alineemos nuestras expectativas con las posibilidades reales de respuesta que tienen los niños. Si los convertimos en depositarios de nuestros deseos y anhelos, quedamos en una imagen ideal que no es real.

A veces, la silla de pensar se convierte en la herramienta de la que echamos mano con facilidad. Sin embargo, quienes deberíamos pensar somos nosotros.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com

Muerte de mascotas

Cómo ayudar a tu hijo a superar la muerte de su mascota

La pérdida de una mascota es un gran golpe emocional para los niños. Acompaña a tu hijo durante el proceso y ayúdale a afrontar la situación.
Cómo ayudar a tu hijo a superar la muerte de su mascota

El momento en el que muere una mascota es sencillamente desgarrador. Más allá del dolor que tú puedes estar sintiendo, prevalece la preocupación por tu hijo y sus primeros encuentros con la muerte. En este artículo, te contaremos cómo puedes ayudar a tu pequeño a superar la muerte de su mascota.

Cómo superar la muerte de su mascota

No importa cómo haya ocurrido, si ha sido una larga enfermedad o un trágico accidente. Tampoco tiene importancia el tamaño de la mascota, ni cuánto tiempo ha vivido con vosotros. La realidad es que para tu hijo puede ser difícil entender, aceptar y superar la muerte de su mascota.

Los animales de compañía se convierten en parte de la familia. Son compañeros de juegos, aventuras y travesuras para los niños. Frente a su muerte, los niños suelen quedar destrozados, un poco huérfanos e incluso, con miedo de perder a alguien más. Veamos a continuación cómo puedes ayudarle a atravesar esta difícil experiencia.

1. Comprende el amor de tu hijo hacia su mascota

Perro en familia
La mascota es un miembro más de la familia, en especial para los más pequeños.

El primer paso para ayudar a tu hijo en el proceso es tratar de entender lo que está viviendo. Quizá tu vieses a la mascota del hogar solamente como eso: un animal de compañía. Sin embargo, para la gran mayoría de los niños una mascota es mucho más: es un mejor amigo e incluso, un hermano.

El duelo por la pérdida de una mascota puede ser tan profundo como el duelo por un miembro de la familia porque, sin importar a qué especie perteneciese, tu hijo lo amaba como parte de la familia.

2. Empatiza con la situación

Ponte en su lugar. Los niños en muchas cosas actúan como los adultos. Si la mascota ha fallecido tras una larga enfermedad, seguramente su muerte sea más fácil de aceptar que si ha muerto tras un accidente.

Presta atención porque hablamos de aceptación, no de dolor. La pérdida duele de cualquier manera, pero cuando un niño sabe que la mascota está enferma, el deceso es algo previsible.

La imprevisibilidad de ciertas situaciones, como un accidente fatal, puede mostrar al niño, por primera vez en su vida, que no todo se puede controlar y eso puede generar muchísimo miedo.

3. Superar la muerte de su mascota: evita suavizar la realidad

En un intento por proteger a sus hijos, algunos padres optan por decir que la mascota “se escapó” en lugar de explicar que ha sufrido un accidente y ha fallecido. Evita hacerlo. Sabemos que comunicar la muerte de su mascota a tu hijo será durísimo y también su reacción pero tu pequeño merece saber la verdad.

4. Juega con tu hijo

Acompaña a tu hijo en el proceso de duelo a través del juego. Algunos niños suelen jugar a que un animal de peluche enferma y muere. Este juego de rol puede ser poderoso y sanador, aprovecha y forma parte del juego para ayudar a tu hijo a comprender y aceptar la pérdida.

5. Lee con tu hijo para ayudarle a superar la muerte de su mascota

Existen muchos cuentos infantiles que abordan la muerte de un familiar o una mascota, como por ejemplo “Dentro de tu corazón” de Sumara Marletta Guimbra. Tómate el tiempo de leer alguna historia sobre el duelo con tu pequeño y conversa al respecto.

6. Expresa tus sentimientos para superar la muerte de su mascota

A algunos niños les cuesta demostrar el dolor que sienten. Conviértete en su catalizador, permitiéndote a ti mismo demostrar que la pérdida te ha afectado. Enseña a tu hijo que estar triste está bien, que es normal y que extrañar a un ser amado no tiene nada de malo.

7. Conversa con tu hijo

La muerte suele generar en los niños un sinfín de preguntas. Prepárate para responderlas de la manera más honesta posible, siempre adaptada a la edad de cada pequeño.

8. Honra la vida de la mascota

Pareja acariciando a un perro
Recuerda con tu hijo los mejores momentos con su mascota para devolverle la ilusión.

No dejes de hablar de la mascota, por el contrario, hablar de ella y recordar buenos momentos es importante para tu hijo. Un pequeño funeral puede ser una buena manera de ayudar a tu hijo. Despedirse de la mascota para siempre puede ser lo que necesita para sentirse un poco mejor, aunque el dolor no se vaya y continúe extrañándola.

Otra opción es preparar juntos un álbum de fotos que os permita recordar a vuestra mascota. O plantar un árbol en su honor. Piensa junto a tu hijo qué puede servirle para sentirse un poquitín mejor.

9. No compres otra mascota

Tu hijo necesita tiempo para procesar la pérdida y aceptar que su amigo ya no está. No intentes llenar el vacío con un nuevo animal. Dale tiempo a tu hijo y a su duelo antes de pensar en adoptar una nueva mascota.

10. Observa a tu hijo

Tener momentos de llanto y tristeza es normal. No obstante, si observas que tu hijo tiene pesadillas, no puede conciliar el sueño o siente mucha ansiedad, consulta con el pediatra. Quizá sea necesario realizar una consulta psicológica para ayudarle a superar la muerte de su mascota.

La muerte de una mascota suele ser el primer encuentro de los niños con la muerte. Sé paciente, acompaña a tu hijo y demuéstrale cuánto le amas. Ayúdale a superar la muerte de su mascota poco a poco, como lo harías si se tratase de una persona porque, para tu hijo, su mascota era su mejor amigo en todo el mundo.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com

Frases a evitar con tus hijos

7 frases que debes evitar durante los berrinches de tus hijos

Manejar el berrinche de tu hijo es complicado, pero algunas frases pueden herirlo y causar problemas a futuro. Descubre qué palabras evitar mientras estás tratando de calmarlo.
7 frases que debes evitar durante los berrinches de tus hijos

Las rabietas son frecuentes durante la primera infancia, en especial entre los 2 y los 4 años. La mayoría de los niños de esta edad tienen este tipo de reacciones emocionales, exageradas a la vista de los adultos. Padres y madres quedan atónitos ante la ira, el llanto y la resistencia de sus hijos cuando reciben una negativa o cuando se les obliga a hacer algo que no desean. Pese a que estas situaciones sean difíciles de manejar, hay ciertas frases que debes evitar durante los berrinches.

Es comprensible que en ocasiones te sientas sobrepasado, que no sepas cómo responder o cómo reconducir a tu hijo. Sin embargo, has de tener presente que una rabieta no busca molestarte ni incomodarte, sino que es una reacción natural de un niño que reclama su autonomía.

Como padres, nuestra tarea consiste en comprender estos desbordes emocionales y acompañarlos, para enseñar a los pequeños a canalizar lo que sienten de formas más sanas. A este respecto, hay ciertas frases que debes evitar durante los berrinches.

No solo porque estas frases no te ayudarán a lograr que el niño se calme, sino además porque puedes causar daños emocionales y deteriorar el vínculo con tus hijos. A continuación te hablamos de algunas de ellas.

Las frases que deberías evitar durante los berrinches

A modo de resumen, recordemos que a partir de los 2 años, los niños comienzan a percibirse como seres individuales. Entienden que tienen sus propias opiniones, deseos y necesidades y buscan hacerlos valer. Es por esto que dicen “no” a toda propuesta de los adultos, se resisten y expresan con firmeza sus apetencias.

Aunque comprendamos que esto es natural, que forma parte de esta etapa evolutiva del desarrollo, los progenitores han de poner límites. Acompañar una rabieta no implica ceder a los caprichos del niño, pero sí validar lo que siente y darle espacio para expresarlo.

1. ¡Cállate ya! ¡Deja de llorar!

Es la frase que con más frecuencia nos viene a la mente y a la boca cuando el llanto de un niño nos satura, cuando no lo comprendemos o se prolonga demasiado. Solo queremos que se calle porque resulta molesto, porque nos estresa no saber cómo hacerlo sentir mejor y, quizá, porque las demás personas nos están mirando.

Sin embargo, esta frase no da resultados. ¿Cómo te sentirías tú si tu pareja o tu amigo te dijera que te calles y dejes de llorar en un momento duro para ti? Seguro te sentirías invalidado y herido. Eso sienten también los niños.

Durante una rabieta necesitan expresarse, llorar o gritar, y saber que el adulto está ahí para entender y acompañar su sentimiento. No está para reprimirlo.

Niño llora en una rabieta.
El llanto no se detendrá porque le digamos que pare. Es una idea errónea que tenemos y casi una respuesta automática sin resultados.

2. Me estás avergonzando

Es muy comprensible que nos dé apuro que nuestro hijo tenga un berrinche en público. Las miradas indiscretas y acusadoras nunca faltan. Sin embargo, es importante hacer a un lado la opinión de la gente y centrarnos en lo que el niño necesita.

Al decirle que está haciendo el ridículo o que nos está avergonzando, podemos hacerlo sentir muy mal. Su reacción emocional no es deliberada (simplemente, no sabe regularse mejor).

Al escuchar esto puede sentirse humillado. Quizá, incluso, entienda que mostrar emociones es vergonzoso y que está penalizado. Podrá tender a reprimirse en un futuro.

3. No es para tanto

¿Cuántas veces has pensado esto al ver a tu hijo llorar desesperado por tener que irse del parque o por no poder llevar un juguete al colegio? Desde una visión adulta, las situaciones que enfrenta el niño parecen insignificantes, pero hay que entender que para ellos tienen importancia en la medida en que despiertan sus emociones.

Al decirle a tu hijo que “no es para tanto” lo que le ocurre, estás invalidando de nuevo su sentir. Lo que requiere es sentirse comprendido, que le ayudes a entender por qué se siente así, ponerle nombre a sus emociones y manejarlas. Si les restas importancia, pierdes una valiosa oportunidad para educar en inteligencia emocional.

4. Como sigas llorando, tendrás un castigo

Las amenazas y los castigos surgen con mucha frecuencia, sobre todo fruto de la desesperación de padres y madres. Adoptar esta actitud puede tener un efecto a corto plazo (el niño, por miedo a las consecuencias, deja de llorar). Sin embargo, no enseña nada crucial.

El niño no está aprendiendo a regular sus emociones; solo a ocultarlas y a obedecer. Esto le traerá problemas en el futuro y, además, deteriorará el vínculo entre padres e hijos.

5. No te quiero cuando te portas así de mal

Los niños necesitan la atención, la aprobación y el amor de sus figuras de referencia. Por esto, son capaces de modificar su comportamiento si ese afecto se ve amenazado.

Sin embargo, al decirle esta frase a tu hijo le das a entender que tu amor es condicional, que no lo amas por quien es, sino por lo que hace. Esto crea la idea de que es necesario complacer a los demás para que nos aprecien. Es un patrón que puede causarle mucho sufrimiento en su vida adulta.

6. Ya no eres un bebé para comportarte así

Esta es una de las principales frases que debes evitar durante los berrinches, principalmente porque carece de sentido. Cuando los niños crecen, en ocasiones asumimos el error de pensar que son adultos en miniatura. Así, les atribuimos unas capacidades que aún no tienen y esperamos de ellos unas reacciones que no nos pueden dar.

Efectivamente, tu hijo de 4 años ya no es un bebé, ya sabe hablar y el llanto no es su único medio de comunicación. Sin embargo, todavía no posee el conocimiento, la madurez cognitiva ni las herramientas emocionales para gestionar determinadas situaciones.

No le hagas sentir culpable o ridículo por algo que no puede controlar. Mejor, enséñale y guíale para que pueda manejarse de otro modo a partir de ahora.

Niña hace berrinche en supermercado.
Tratar a los niños como adultos en miniatura es un error. No lo son y están en un proceso de aprendizaje de la gestión de sus emociones.

7. Si te calmas, te doy lo que me pides

Ceder a los caprichos de los niños es el recurso al que muchos padres recurren cuando ya no saben qué más hacer. Con tal de que el niño se calle, deje de llorar o deje de sufrir, apartan el límite que ellos mismos habían puesto y cumplen el deseo del hijo. En ocasiones, incluso le prometen algún tipo de recompensa o premio si dejan de llorar.

Esta permisividad no es positiva. Los límites son necesarios y el niño lo que necesita es aprender a tolerar la frustración.

Evita estas frases en los berrinches para mejorar el vínculo con tu hijo

En definitiva, manejar las rabietas infantiles es un asunto complicado que requiere de paciencia, comprensión y dedicación. Sin embargo, son excelentes oportunidades para enseñar valores y herramientas importantes y para fortalecer el vínculo con los niños, ofreciéndoles respeto, escucha y amor.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com

Potenciar la escucha activa

10 consejos para potenciar la escucha activa en tus hijos

La escucha activa implica actitudes y habilidades que, a veces, surgen y se desarrollan de una forma muy natural. Otras veces, es necesario practicarlas de manera frecuente.
10 consejos para potenciar la escucha activa en tus hijos

La escucha activa es una técnica, pero también una actitud en tus hijos. Como técnica, implica la habilidad para prestar atención a lo que dice otra persona, sin pretender juzgarla. Como actitud, supone la capacidad para entender lo que el otro nos dice, desde el punto de vista de quien nos habla.

Los buenos patrones de comunicación en la familia y fuera de esta incluyen enseñar escucha activa a los hijos. Cuando los padres la practican, hacen que ellos se sientan reconocidos, comprendidos y valorados. Es fundamental para mantener un canal abierto, sincero y respetuoso.

La escucha activa en los hijos y su importancia

La escucha activa es uno de los elementos más importantes para favorecer el desarrollo psicosocial de los niños. Aplicar esta actitud durante la crianza fortalece la autoestima de los pequeños y también incrementa su bienestar. Constituye una base firme para la salud mental.

Esta forma de escucha supone una elevada empatía y permite conectar de una manera profunda con el otro. Al mismo tiempo, es un factor fundamental en la resolución de conflictos a través del diálogo.

La escucha activa de los hijos es una capacidad que se desarrolla a medida que se practica. Es importante que los padres la tengan presente en su estilo de crianza. Si la transmiten, sus hijos serán más tolerantes, abiertos a otras formas de pensar y tendrán más herramientas para resolver dificultades.

Los mejores consejos para potenciar la escucha activa en tus hijos

La escucha activa se enseña a través del ejemplo. Esta es la mejor manera de potenciarla en tus hijos. Hay una serie de pautas de comunicación que deben aplicarse y otras que es mejor evitar. Veamos.

Joven adolescente sin escucha activa.
La adolescencia puede verse afectada si los hijos no aprendieron a practicar escucha activa de niños.

1. Tener la disposición psicológica

Los padres deben tener la intención genuina de practicar la escucha activa con sus hijos. No porque sientan que sea su deber.

La buena disposición psicológica es clave para que puedan escuchar de forma auténtica. Lo mejor es evitar cualquier conversación relevante, si el estado de ánimo no es propicio.

2. Usar el lenguaje corporal

En la escucha activa es muy importante el lenguaje corporal. A través de este se envían mensajes. Algunos aspectos para tener en cuenta son los siguientes:

  • Ponerse a la altura del niño: todo fluye mucho mejor si se adopta una postura en la que el niño y sus padres puedan verse cara a cara.
  • Establecer contacto visual: hay que mirar a los ojos de la persona que está hablando.
  • El contacto físico: tomarle la mano al niño o tocar su hombro da un mensaje de cariño y confianza.
  • Estar atentos al lenguaje corporal del niño: él también comunica con sus expresiones y ademanes.

3. Hacer preguntas abiertas

Las preguntas abiertas ayudan a clarificar la comunicación, tanto de quien habla como de quien escucha. Las preguntas cerradas, en cambio, limitan y reducen la conversación. Es mejor preguntarle al niño “¿qué quieres decir con…?”, en lugar de “lo que quieres decir es que…”.

4. Parafrasear y resumir

Parafrasear significa citar al otro con palabras similares a las que usó. Es una forma de mostrar que se atiende a lo que se dice.

De igual modo, resumir lo dicho es una buena manera de conducir el diálogo hacia una comunicación más eficaz. Las dos herramientas son muy útiles en la escucha activa con tus hijos.

5. Sonreír y asentir

El niño es muy sensible a las expresiones faciales de sus padres y de toda figura de autoridad. Mostrar una sonrisa y asentir con la cabeza es una forma de reconocer y de aceptar lo que él está diciendo. Esa aprobación tácita es una base necesaria para que el pequeño exprese con sinceridad y confianza lo que piensa y siente.

6. Evitar interrupciones y distracciones

La escucha activa no logra concretarse si se da un contexto en el que hay interrupciones o distracciones. El teléfono ni otros aparatos están invitados a una conversación.

7. No juzgar ni minimizar las experiencias

De lo que se trata es de ver la realidad desde el punto de vista del otro. No hay que calificar bien ni mal. Tampoco restarle importancia a lo que siente o piensa.

8. No reprochar ni interrumpir

Dar sermones o decirle al niño lo que no nos gusta de él es la vía perfecta para romper la comunicación y alejarlo. La escucha activa supone todo lo contrario.

Muchos padres, por el supuesto bien de sus hijos, inician una conversación con ellos, pero les dan un sermón. Esto no es adecuado, como tampoco lo es interrumpirlo mientras habla.

9. No contraargumentar

Si el niño dice algo con lo que el padre no está de acuerdo, la salida no está en controvertirlo, sino en tratar de comprender su punto de vista. Poner en marcha una polémica lleva el diálogo a otra parte.

En lugar de potenciar la escucha activa, lo que se consigue es profundizar en las diferencias. Quizás, también las hace insalvables.

Escucha activa de madre e hijo.
El diálogo con escucha activa no juzga ni interrumpe. Hay un espacio de sinceridad y atención plena al momento.

10. Evitar el “síndrome del experto”

El “síndrome del experto” tiene lugar cuando el padre o la madre adoptan la actitud de ofrecerle salidas a sus hijos, incluso antes de entender cuál es el problema que tienen. También cuando intentan fungir de psicólogos, explicándole a los chicos las causas de sus conductas y diciéndoles cómo deben entenderlas y qué deben hacer.

Una cuestión de práctica y disposición

Los padres son un espejo para los hijos. Mucho más allá de lo que digan, los chicos tomarán en cuenta lo que sus padres hagan. Por lo tanto, para potenciar la escucha activa en los niños, lo primero es internalizar sus principios y aplicarlos.

La escucha activa no es un acto aislado, sino un proceso. En las familias en las que ya hay una buena comunicación, esta técnica se afianza y profundiza. Entre más se practica, más natural es la forma en que se produce.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com

Los celos entre hermanos

Cómo evitar los celos y la rivalidad entre hermanos

Muchas veces la rivalidad entre hermanos se ve desencadenada por la forma de actuar de los padres que, sin darse cuenta, pueden prestar más atención a un hijo que al otro.
Cómo evitar los celos y la rivalidad entre hermanos

La rivalidad entre hermanos parece de poca importancia. Sin embargo, no lo es en tanto y en cuanto su duración puede provocar depresión y baja autoestima en un futuro cercano. Porque, ¿quién quiere llevarse mal con su hermano?

Los enfados, las riñas y las discusiones son completamente normales, sobre todo cuando se llevan poca diferencia de edad entre ellos. A pesar de esto, es nuestro deber, como padres, estar atentos.

Cuando hablamos de celos, nos estamos refiriendo a un sentimiento que puede acabar degenerando en envidia. Asimismo, la rivalidad entre hermanos desembocará en una poco sana competitividad.

Para evitarlo, es necesario poner en práctica una serie de recursos que tenemos a mano. Como padres, es imprescindible que acabemos cuanto antes con una situación así, si excede los parámetros que se consideran normales o se llega a la violencia.

De hecho, como se afirma en esta investigación, “los celos son una más de las tantas conductas evolutivas normales que presenta el niño y que le sirven para adaptarse a una nueva situación producida por el nacimiento de un hermano”,

¿Cómo evitar los celos y la rivalidad entre hermanos?

A continuación, presentamos algunas estrategias para evitar los celos y la rivalidad entre hermanos. Todas requieren su especial observación.

1. Nada de comparaciones

Celos entre hermanos

Aunque no quieras reconocerlo porque quizá no lo veas, en ocasiones realizamos comparaciones entre nuestros hijos. Solamente ensalzar las cualidades de uno e ignorar las del otro puede ser un preliminar para que se inicie la rivalidad.

Recuerda que esto nace de un miedo a perder la atención de los padres, a pasar a ser el hijo “menospreciado”, “el que menos vale”, por lo tanto, tal y como señala esta información de la Clínica Mayo, evita las comparaciones.

Además, los celos surgen sobre todo por parte del hermano más mayor. Él ha tenido que compartir la atención de sus padres cuando antes solo se dirigían hacia él. Es más, ha tenido que observar cuántos mimos, cuidado y esmero recibía su hermano cuando era un bebé.

Aunque creamos que los niños no se enteran de nada, un sencillo “al hermano pequeño se le dan mejor los estudios” o “es más sociable” puede desatar una pelea.

2. Cuidado con tu comunicación no verbal

Madre con hijos

Es probable que pienses que tus palabras son medidas, que nunca has pronunciado verbalmente nada que pudiese dar pie a una rivalidad entre hermanos. Sin embargo, no debes olvidar que tu comunicación no verbal dice más de lo que crees.

Hasta un 70 % de lo que comunicamos es no verbal; nuestros gestos, nuestro tono de voz, cómo nos movemos… Así que, fíjate en si lo que expresas con palabras se corresponde con lo que piensas.

Puede que esas diferencias que haces con un hermano se manifiesten en una ligera mirada, un toquecito en el hombro, un tierno abrazo… Con esto, un niño sabrá si es “el favorito” o no, algo que jamás debería ocurrir. Los padres nunca tendrían por qué sentir más predilección por un hijo que por el otro.

A veces ocurre, sin darnos cuenta y sin quererlo. Por ello, es necesario que hagamos un poco de autocrítica y reconozcamos si, en verdad, es este el problema.

3. Las reglas son muy importantes para evitar la rivalidad entre hermanos.

Evitar la rivalidad entre hermanos

Como bien señala la información de la Clínica Mayo de la que ya hemos hablado, establecer reglas en el hogar es importante y todos los miembros tienen que respetarlas y cumplirlas. Por eso, será muy positivo que, por ejemplo, existan algunas de las siguientes normas:

  • Juguetes personales y compartidos. A veces los conflictos surgen porque se han tomado prestadas las pertenencias del otro hermano sin pedir permiso. Con las reglas les enseñarás el gran valor de compartir y pedir permiso.
  • Respetar el espacio personal del otro. Esto permitirá que cada uno tenga su propia zona privada y les ayudará a saber respetar también el espacio de las demás personas, no solo el de su hermano.

4. El mayor se hará un poco menor

Observas que rechaza comidas a las que ya estaba acostumbrado o quiere comer papillas como el bebé. Está buscando la atención que ve enfocarse en el pequeño y lo hace en aspectos sensibles como la comida.

Aunque te lleve más tiempo, necesitarás hacerle preguntas sobre lo que quiere comer y entre sus propuestas y lo que ya sabes que le gusta, mediar y lograr un equilibrio que lo haga sentir tomado en cuenta, que sus decisiones importan.

Otra conducta ya superada es que pedirá dormir con los padres e incluso manifestar que no quiere crecer. Pasa más tiempo con él e incorpóralo a tareas de mayorcito, pues debe sentir que es justamente ese niño grande y responsable el que la familia y su hermanito necesitan.

5. Siempre que puedas, pasa un buen rato con el mayor

Si lo ves que llora por cualquier cosa, se enfada con frecuencia o está como nervioso, son señales de que su emocionalidad está afectada por la presencia del nuevo miembro de la familia. Como te recomendamos antes, el tiempo que pases con él en juegos y tareas, es fundamental.

Tiene que hacer parte sustancial, visible y determinante de la familia. Sentir que está al margen o en la periferia, solo repercutirá en miedos infundados, en tristeza o apatía. También en temores nocturnos, en visiones de monstruos y fantasmas. Error si se lo achacas a la edad; estas visiones y sentimientos son reales, pues son la manifestación de un vacío interior que la familia debe llenar.

6. Entre mimos y carácter

Comprende que tu hijo mayor se encuentra en un momento de transición, de modo que muchas de tus acciones han de oscilar para atender al niño que se siente desplazado y al hijo mayor que tiene responsabilidades.

Los mimos son necesarios para abrazar y brindar calidez, pero considéralos el combustible para moverlo a la acción, a la asunción de sus responsabilidades, tanto en el hogar como escolares. En ese sentido, no descuides la curva de su rendimiento académico, pues es un signo de cómo están las cosas sentimentalmente hablando.

7. Intégralo

No permitas que esté como en un mundo aparte, aislado. Si lo ves que no comparte y cuando busca compañía es con la intención de molestar e importunar, entonces dale un giro e incorpóralo a los cuidados, atenciones y juegos. Paulatinamente dale tarteas, acciones por pequeñas que sean que ameriten de él atención y cuidado.

A veces los adultos cometemos el error de dirigirnos rápido y en exclusiva al recién nacido o el más pequeño, al tiempo que relegamos al mayor. Tomar conciencia de ello y evitarlo es parte de nuestra responsabilidad. Entre otras pautas y orientaciones, evita a toda costa:

  • Los gritos y las descalificaciones.
  • Las atenciones y dedicación excesivas.
  • Privilegios a unos hijos frente a otros.

8. Cambios, pero no la sensación de que todo será ahora distinto

La llegada del hermanito trae enormes cambios, haz que participe y ayúdale a prefigurar el futuro: será un compañero de juegos, su maestro en aventuras, su primer protector. La casa da un vuelco pero en las transformaciones, el mayor tiene que estar incluido de distintas maneras.

Los colores y muebles de la habitación deben contar con sus sugerencias. Déjalo elegir entre ropas y utensilios, de manera que ponga a prueba su criterio, sus gustos. Le servirá además para proyectarse en su hermano y reconocerse también en él. Se deben de hecho anticipar los cambios, para evitar que el niño los asocie con la llegada del nuevo y se sienta por ello desplazado.

9. Es el mayor, trátalo como tal

Toca a los padres fomentar la cooperación entre los hermanos, promover un clima de sosiego, conseguir que se acepten las normas de casa de forma democrática. Ello es posible tratando al hermano mayor acorde a su edad, sobre la base de sus capacidades y su desarrollo.

Además de todo esto, es importante que jamás recrimines una riña o un ataque de celos por parte de alguno de nuestros hijos. Hacerlo solo incrementará su ansiedad. Por ello, resultará muy positivo hablar con él y tranquilizarlo mientras haces una reflexión sobre cómo tu actuación no ha sido la más adecuada.

10. Sentido común o sentido de las proporciones

Parte de lo que le corresponde al hermano mayor, en especial para favorecer su equilibrio emocional, es ocuparse con algunas tareas de atender a su hermano. Ojo, no es confiar en sus cuidados como una opción, como por ejemplo que quede a solas con el niño mientras los padres están ausentes.

Algo de este tipo debe evitarse a toda costa; lo que el pequeño necesita es el cuidado de los adultos y el hermano, contribuir con su apoyo justo y proporcional en esa tarea, porque su presencia le hace bien a él mismo y al niño, en tanto ambos perciben la unidad y la fraternidad que los unirá por el resto de sus vidas.

11. Tiempo de calidad para todos y cada uno

Con organización y planificación es posible rendir el tiempo para todos. Reservar momentos para los hermanos mayores, proporcionar a cada niño atención especial a diario y organizarse gran parte de un día con los niños mayores, sin el bebé, son parte de las recomendaciones para padres que encontramos en esta guía.

Familia feliz

Sobre todo hay que tener cuidado con dejar en segundo plano a alguno de los hijos. No nos damos cuenta de que con frases como “no puedo, estoy ayudando a tu hermano” o “¿no ves que estoy ocupado?” podemos desatar una fuerte rivalidad entre hermanos.

Para corregir esto, podemos utilizar “ahora no puedo, dame unos minutos” o “espera que ahora estoy contigo”. Parece lo mismo, pero cambia totalmente. La forma de decirlo tiene mucho que ver. Eso sí, no hay que olvidarse de lo que comunica el cuerpo.

En definitiva, muchas de las cosas descritas anteriormente las hacemos sin darnos cuenta. No obstante, es hora de tomar consciencia de ciertas situaciones que pueden darse y de poner remedio.

Recuerda que siempre tienes la posibilidad de acudir a un profesional; un psicólogo puede ser de ayuda en estos casos en los que no se sabe cómo manejar una situación intrafamiliar.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com

Valores de una familia feliz

6 valores de una familia feliz

Amor, respeto, empatía, honestidad, autonomía y perdón son los valores fundamentales que toda familia necesita para conocer la felicidad.
6 valores de una familia feliz

En el mundo actual y globalizado, donde la tecnología y las redes sociales imponen tendencias, la educación en valores no ha pasado de moda, todo lo contrario. Los valores de una familia feliz siguen siendo el mejor camino para la construcción de un mundo mejor.

Los valores son los que median la convivencia pacífica, o así debería ser. Educar a los hijos con los valores de una familia feliz puede ser la garantía que necesita el futuro para estar menos plagado de violencia, miedos e incertidumbre.

¿Cuáles son los valores de una familia feliz?

Los valores de una familia feliz son los acuerdos o normas que guían la convivencia, la paz y la unión de los miembros de una familia, lo que en definitiva es el camino hacia la felicidad y la realización, tanto personal como familiar.

1. Los valores de una familia feliz: el amor

Para comenzar, la base para la convivencia armoniosa, el sustento que alimenta la coexistencia de los demás valores, la razón por la que las personas se unen y traen hijos para conformar una familia, es el amor.

Todos los integrantes de la familia necesitan entender que hay que aprender a amar. El amor es exigente, implica establecer límites y cumplirlos para crecer y garantizar así la felicidad de la familia. Además, es la principal fuente de sanación de todas las heridas.

Familia feliz
Para tener una familia feliz es muy importante enseñar valores y límites a los niños.

2. El respeto

El amor crece cuando se respetan las normas propias y la dignidad de la familia. Alimenta la confianza propia de cada uno de sus miembros. Mientras se respeten las necesidades, particularidades y preferencias de cada integrante de la familia, crecerá el sentimiento de unión.

El respeto también es reconocer y valorar la forma de pensar del otro, incluso cuando es opuesta a la propia. El respeto dentro de la familia trasciende e impregna todo lo que rodea a esa familia.

3. La empatía

Para poder respetar las diferencias entre los miembros de la familia, también es necesario ponerse en el lugar del otro. Y no siempre es fácil. En muchas ocasiones habrá que tratar de olvidar patrones o prejuicios establecidos previamente o sanar también las heridas que nos pueda producir la convivencia diaria.

Mamá y su hijo
La empatía es un valor fundamental en el hogar para no perder la calma y comprender a los niños.

La empatía y el amor fortalecen la unión familiar. Así, sostienen a la familia ante situaciones difíciles, ayuda a solventar las crisis y seguir creciendo juntos.

Gracias a la empatía se reconoce lo que afecta al otro, se valoran los esfuerzos que hace, y se aplauden sus logros por pequeños que sean. La empatía crece con la generosidad que brinda afecto, tiempo para compartir y comprensión.

4. La honestidad

La comunicación entre los miembros de una familia debe ser honesta, sin miedos. La honestidad familiar se trasladará al resto de relaciones que se establezcan en la vida.

Es un elemento primordial de las relaciones duraderas. Al quebrarse se pone en riesgo la unión familiar. La honestidad también está irremediablemente unida a la confianza y la transparencia.

5. La autonomía

Hay que reconocer las diferencias de los integrantes de una misma familia, respetar sus pensamientos y preferencias, y apoyar también el crecimiento espiritual y autónomo de cada uno de sus miembros.

Los padres deben apoyar crecimiento de sus hijos y fortalecer su vuelo, para alimentar su autoestima.

Los hijos reconocen el esfuerzo de los padres y los apoyan. Crecen y toman sus propias decisiones, desde la autonomía que les brindaron los padres. Así, son capaces de trabajar en equipo para el logro del bienestar común.

6. Los valores de una familia feliz: el perdón

El perdón es una forma extraordinaria de expresar el amor. A lo largo de la vida familiar se cometerán muchos errores. Así, aceptar que se cometió una falta, perdonarse y corregirla forma parte de la dinámica de la familia sana y feliz.

Con rigidez, negatividad y orgullo no se construye el perdón. En cambio, si se combinan amor, honestidad y empatía, todo es posible.

Hallar la fortaleza tanto para perdonar como para pedir perdón cuando sea necesario se convertirá en una práctica diaria de la familia feliz.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com

Juegos para afrontar el miedo

5 juegos infantiles para ayudar a los niños a afrontar los miedos en Halloween

Propuestas de actividades divertidas y caseras para que los niños disfruten de la fiesta de Halloween sin miedos ni temores

El miedo es un sentimiento que nos invade a los adultos y niños en diferentes momentos de la vida. Conseguir afrontarlos y, sobre todo, superarlos, forma parte del aprendizaje en la infancia. Para ayudar a los niños a enfrentaren sus miedos, NO hay que meterles más miedos, hay que reinventar sus miedos. ¿Cómo? pues jugando con la fantasía y la imaginación. Solo así los niños empezarán a ver el miedo como algo divertido y consecuentemente, superable.

5 juegos para que los niños afronten el miedo en Halloween

perder el miedo en halloween

Hoy te enseñamos cómo puedes ayudar a tus hijos a enfrentarse a los miedos más comunes en la infancia: los monstruos, la oscuridad, a quedarse solos… ¿Y cómo lo haremos? Aprovecharemos la noche de Halloween para recordar a los niños que todos sentimos miedos pero que éstos no deben bloquearnos y lo conseguiremos de una forma original y divertida… ¡con juegos!

1. Regalo en la oscuridad
Un juego ideal para niños que tienen miedo a la oscuridad. Esconderemos una calabaza de Halloween en una habitación y el niño deberá rebuscar a oscuras con el aliciente de encontrar la calabaza olvidándose de su miedo a estar a oscuras.

2. Cazar monstruos
Esconde por todas las habitaciones dibujos o muñecos de monstruos, fantasmas y brujas. Iniciar una búsqueda a oscuras con la ayuda de una linterna. Dejadlos todos en una caja de cartón que será el ‘atrapa-monstruos’.

3. Sombras chinescas
Recorta figuras de fantasmas o monstruos y monta un teatro de sombras en la habitación. Jugad a poner voces y anímales a que sean ellos quienes hablen por los monstruos. Verán que no pasa nada, que son sólo sombras.

4. La caja de los miedos
Pide a tu hijo que te diga cuáles son sus miedos. Prepara tarjetas en las que escribiréis cada miedo. Después meteréis las tarjetas dentro de la caja y la cerraréis con cinta o celo. Explicará tu hijo que los miedos no pueden superarnos ni impedir que hagan cosas por eso debemos encerrarlos y, si algún día abren la caja y se escapan, volveremos a meterlos dentro.

5. Ruidos extraños
Vendaremos los ojos al niño y haremos ruido con diferentes objetos, ya sea el crujir de la madera del suelo, un juguete que cae al suelo, una campanilla… El niño deberá adivinar qué está haciendo el ruido.

actividades caseras para que los niños pierdan el miedo

Actividades caseras contra el miedo, según la edad de los niños

– Niños de 4 a 5 años
A estas edades es muy estimulante para los niños escuchar o leer cuentos, especialmente los que traen un mensaje, una enseñanza o una moraleja. Cuenta un cuento a tu hijo inventando algo, un objeto más cercano y conocido por el niño, que sea como una varita mágica para darle seguridad.

En la historia de Dumbo, por ejemplo, él pierde el miedo a volar gracias a una plumita mágica que le dio seguridad. Los cuentos son una herramienta muy valiosa a la hora de ayudar a los niños a perder los miedos.

– Niños de 6 a 7 años
Acompaña a tu hijo en el miedo. Haz con que se sienta seguro a través de los juegos. El juego con linterna en la oscuridad es un buen recurso. Si el niño imagina la presencia de brujas y/o monstruos, en su habitación durante la noche, juega con él durante el día, apagando las luces de la habitación y fingiendo ser un detective, o un pirata en busca del tesoro. Así, poco a poco, tu hijo se acostumbrará a la oscuridad.

– Niños de 8 a 10 años
A estas edades ya se puede explicar el miedo y dar autonomía al niño para resolverlos. El niño tiene que implicarse. Sentirse implicado y quererlo. Sentir que su miedo no tiene sentido. Hay que inducir al niño a que encuentre una solución propia. Es esencial que esté convencido de que su miedo tiene que acabar. Si continúa con miedo y ves que le está perjudicando en sus estudios y en su vida cotidiana, solicita la ayuda de un especialista en psicología.

 

Fuente: guiainfantil.com