7 frases que debes evitar durante los berrinches de tus hijos
Las rabietas son frecuentes durante la primera infancia, en especial entre los 2 y los 4 años. La mayoría de los niños de esta edad tienen este tipo de reacciones emocionales, exageradas a la vista de los adultos. Padres y madres quedan atónitos ante la ira, el llanto y la resistencia de sus hijos cuando reciben una negativa o cuando se les obliga a hacer algo que no desean. Pese a que estas situaciones sean difíciles de manejar, hay ciertas frases que debes evitar durante los berrinches.
Es comprensible que en ocasiones te sientas sobrepasado, que no sepas cómo responder o cómo reconducir a tu hijo. Sin embargo, has de tener presente que una rabieta no busca molestarte ni incomodarte, sino que es una reacción natural de un niño que reclama su autonomía.
Como padres, nuestra tarea consiste en comprender estos desbordes emocionales y acompañarlos, para enseñar a los pequeños a canalizar lo que sienten de formas más sanas. A este respecto, hay ciertas frases que debes evitar durante los berrinches.
No solo porque estas frases no te ayudarán a lograr que el niño se calme, sino además porque puedes causar daños emocionales y deteriorar el vínculo con tus hijos. A continuación te hablamos de algunas de ellas.
Las frases que deberías evitar durante los berrinches
A modo de resumen, recordemos que a partir de los 2 años, los niños comienzan a percibirse como seres individuales. Entienden que tienen sus propias opiniones, deseos y necesidades y buscan hacerlos valer. Es por esto que dicen “no” a toda propuesta de los adultos, se resisten y expresan con firmeza sus apetencias.
Aunque comprendamos que esto es natural, que forma parte de esta etapa evolutiva del desarrollo, los progenitores han de poner límites. Acompañar una rabieta no implica ceder a los caprichos del niño, pero sí validar lo que siente y darle espacio para expresarlo.
1. ¡Cállate ya! ¡Deja de llorar!
Es la frase que con más frecuencia nos viene a la mente y a la boca cuando el llanto de un niño nos satura, cuando no lo comprendemos o se prolonga demasiado. Solo queremos que se calle porque resulta molesto, porque nos estresa no saber cómo hacerlo sentir mejor y, quizá, porque las demás personas nos están mirando.
Sin embargo, esta frase no da resultados. ¿Cómo te sentirías tú si tu pareja o tu amigo te dijera que te calles y dejes de llorar en un momento duro para ti? Seguro te sentirías invalidado y herido. Eso sienten también los niños.
Durante una rabieta necesitan expresarse, llorar o gritar, y saber que el adulto está ahí para entender y acompañar su sentimiento. No está para reprimirlo.
2. Me estás avergonzando
Es muy comprensible que nos dé apuro que nuestro hijo tenga un berrinche en público. Las miradas indiscretas y acusadoras nunca faltan. Sin embargo, es importante hacer a un lado la opinión de la gente y centrarnos en lo que el niño necesita.
Al decirle que está haciendo el ridículo o que nos está avergonzando, podemos hacerlo sentir muy mal. Su reacción emocional no es deliberada (simplemente, no sabe regularse mejor).
Al escuchar esto puede sentirse humillado. Quizá, incluso, entienda que mostrar emociones es vergonzoso y que está penalizado. Podrá tender a reprimirse en un futuro.
3. No es para tanto
¿Cuántas veces has pensado esto al ver a tu hijo llorar desesperado por tener que irse del parque o por no poder llevar un juguete al colegio? Desde una visión adulta, las situaciones que enfrenta el niño parecen insignificantes, pero hay que entender que para ellos tienen importancia en la medida en que despiertan sus emociones.
Al decirle a tu hijo que “no es para tanto” lo que le ocurre, estás invalidando de nuevo su sentir. Lo que requiere es sentirse comprendido, que le ayudes a entender por qué se siente así, ponerle nombre a sus emociones y manejarlas. Si les restas importancia, pierdes una valiosa oportunidad para educar en inteligencia emocional.
4. Como sigas llorando, tendrás un castigo
Las amenazas y los castigos surgen con mucha frecuencia, sobre todo fruto de la desesperación de padres y madres. Adoptar esta actitud puede tener un efecto a corto plazo (el niño, por miedo a las consecuencias, deja de llorar). Sin embargo, no enseña nada crucial.
El niño no está aprendiendo a regular sus emociones; solo a ocultarlas y a obedecer. Esto le traerá problemas en el futuro y, además, deteriorará el vínculo entre padres e hijos.
5. No te quiero cuando te portas así de mal
Los niños necesitan la atención, la aprobación y el amor de sus figuras de referencia. Por esto, son capaces de modificar su comportamiento si ese afecto se ve amenazado.
Sin embargo, al decirle esta frase a tu hijo le das a entender que tu amor es condicional, que no lo amas por quien es, sino por lo que hace. Esto crea la idea de que es necesario complacer a los demás para que nos aprecien. Es un patrón que puede causarle mucho sufrimiento en su vida adulta.
6. Ya no eres un bebé para comportarte así
Esta es una de las principales frases que debes evitar durante los berrinches, principalmente porque carece de sentido. Cuando los niños crecen, en ocasiones asumimos el error de pensar que son adultos en miniatura. Así, les atribuimos unas capacidades que aún no tienen y esperamos de ellos unas reacciones que no nos pueden dar.
Efectivamente, tu hijo de 4 años ya no es un bebé, ya sabe hablar y el llanto no es su único medio de comunicación. Sin embargo, todavía no posee el conocimiento, la madurez cognitiva ni las herramientas emocionales para gestionar determinadas situaciones.
No le hagas sentir culpable o ridículo por algo que no puede controlar. Mejor, enséñale y guíale para que pueda manejarse de otro modo a partir de ahora.
7. Si te calmas, te doy lo que me pides
Ceder a los caprichos de los niños es el recurso al que muchos padres recurren cuando ya no saben qué más hacer. Con tal de que el niño se calle, deje de llorar o deje de sufrir, apartan el límite que ellos mismos habían puesto y cumplen el deseo del hijo. En ocasiones, incluso le prometen algún tipo de recompensa o premio si dejan de llorar.
Esta permisividad no es positiva. Los límites son necesarios y el niño lo que necesita es aprender a tolerar la frustración.
Evita estas frases en los berrinches para mejorar el vínculo con tu hijo
En definitiva, manejar las rabietas infantiles es un asunto complicado que requiere de paciencia, comprensión y dedicación. Sin embargo, son excelentes oportunidades para enseñar valores y herramientas importantes y para fortalecer el vínculo con los niños, ofreciéndoles respeto, escucha y amor.
Fuente: mejorconsalud.as.com