Trucos de limpieza de polen

Trucos de limpieza para tener tu hogar libre de polen

Uno de las causantes más comunes de alergias es el polen. Mantener el ambiente ventilado, la ropa higienizada y utilizar plantas depuradoras son algunas acciones que reducen su presencia.
Trucos de limpieza para tener tu hogar libre de polen

Para tener tu hogar libre de polen no es necesario encerrarse ni quitar todas las plantas. El polen es un conjunto de granos producidos por algunas plantas con semillas y hay soluciones naturales que lo limitan en nuestros ambientes.

Gracias a su ínfimo tamaño, es común que el polen circule por el aire del hogar y que se adhiera a todo tipo de superficies. Muchas personas sufren alergia a estos granos microscópicos.

Basta con llevar a cabo algunas estrategias para prevenir su acceso al ambiente y mantener una filtración suficiente. De esta manera, se reduce también la suciedad general del hogar.

Eliminar los gránulos derivados de las plantas no tiene por qué implicar la renuncia a cualquier tipo de decoración natural. Existen una serie de estrategias, hábitos y filtros que permiten mantener tu hogar libre de polen. Además, funcionan para reducir el polvo, los ácaros y otros alérgenos.

Colocar plantas específicas

Las plantas funcionan como un elemento decorativo que, además, aporta una dosis de vitalidad al ambiente. Como si fuera poco, algunas variedades también colaboran con la depuración del espacio. Por ejemplo, los tulipanes, las rosas, las cintas, los arbustos hembra o las begonias.

Existe una gran cantidad de plantas para interior, por lo que la elección se puede ajustar al gusto personal y al espacio. Sin embargo, también en el jardín es posible mantener la vida vegetal sin arriesgarse a los estornudos constantes.

Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, el polen es la causa más frecuente de alergias respiratorias en todo el mundo. Además, desencadena el 40 % de las rinoconjuntivitis y el 27 % de los casos de asma.

Para contrarrestar los niveles de polen en el hogar, existen variedades aliadas en la depuración, gracias a que absorben estos compuestos:

  • Filodendro: una elegante planta de hojas grandes, ideal para interiores y para estanterías colgantes.
  • Hiedra: la hiedra puede funcionar tanto para interiores como para jardines, y se trata de una de las especies con más características depuradoras.
  • Potus: son una variedad muy popular dentro de las casas, gracias a su facilidad de cuidado y a su resistencia.
  • Phalaepnosis: además de sus propiedades depuradoras, aportan a la decoración del hogar con unas estéticas flores blancas.
Potus en el hogar para eliminar el polen.

Favorecer la circulación del aire

Para mantener tu hogar libre de polen es importante que haya ventilación. Los horarios más favorables para abrir las ventanas son el mediodía y la noche. Esto se debe a que en esos momentos se concentra la mayor cantidad de polen en el aire.

Sin embargo, solo deben abrirse unos minutos y luego cerrarse, sobre todo en los días soleados y ventosos, ya que es más probable que vuelva a ingresar. Si se cuenta con aire acondicionado, ayuda a la ventilación con el aparato.

Por otro lado, hay que tener siempre limpias las ventanas y las cortinas. El polen suele impregnarse en estos elementos de entrada a la casa.

 

Quitarse los zapatos

Uno de los mayores transportadores de polen son los calzados. Para evitar acarrear polvo y mugre hacia el interior del hogar, es recomendable dejar los zapatos afuera si se cuenta con un espacio para hacerlo.

Colocar felpudos o alfombras

Junto con el consejo de quitarse los zapatos, colocar una alfombra en la puerta de ingreso al hogar puede ayudar. Al dejarla del lado externo, se pueden limpiar los pies antes de ingresar y así quitar la mayor cantidad de polen.

Luego, otro felpudo del lado interno logra una segunda instancia de filtración. Sacudir y lavar las alfombras una o dos veces por semana es recomendable.

Higiene para conseguir un hogar libre de polen

Estos granos microscópicos suelen adherirse a diversas partes del cuerpo, como el cabello, la piel y hasta las fosas nasales. Aplicarse una ducha completa cuando se ingresa al hogar evita que el polen se distribuya por el ambiente.

Mascotas limpias

El polen se adhiere con facilidad al pelo de los animales. Por lo tanto, es probable que después de cada paseo, el perro esté ingresando con el mismo. Mantenerlos limpios favorece a tener un hogar libre de polen.

Limpieza de muebles

Así como la higiene personal es importante, también la limpieza frecuente del mobiliario ayuda a mantener tu hogar libre de polen. Cuando se realiza la acción, es conveniente comenzar desde arriba y bajar por las estanterías para capturar la mayor cantidad del polvo que cae.

Usar los electrodomésticos a consciencia

Para evitar la circulación de polvo y polen, es importante limpiar los filtros de los aires acondicionados y otros sistemas de calefacción. Higienizarlos una vez al año previene que se acumule demasiada mugre en los huecos. En cuanto a los ventiladores, lo más recomendable es no utilizarlos, ya que favorecen el esparcimiento de las partículas.

Mantener el césped corto

En el caso de tener jardín, se debe mantener el césped corto para que no se acumule polen entre la maleza y luego ingrese al hogar. Sin embargo, no hay que podarlo en días con mucha humedad o viento, puesto que se adhiere con más facilidad al cuerpo.

Mantener el césped corto.

Tratamiento de la ropa

Muchas personas que disponen de jardines o espacios al aire libre eligen secar la ropa al sol. Aunque no es una buena idea si se tiene tendencia a las alergias.

Exponer las prendas a la luz solar hace que el polen se adhiera a las fibras de la ropa y luego entre en contacto con la piel. Por este motivo, se sugiere utilizar una secadora.

 

Objetos y herramientas para un hogar libre de polen

Aquí incluimos a las siguientes opciones:

  • Filtros especiales para aires acondicionados.
  • Aspiradoras específicas.
  • Purificadores.

En situaciones de gravedad, es posible acudir a estos elementos comerciales diseñados para filtrar el aire y conseguir un hogar libre de polen. Los mismos tienen la capacidad de capturar pelos, polvo y ácaros.

Es importante prestar atención a los síntomas comunes que causan las alergias, como la congestión y la picazón de garganta. En el caso de que persistan los malestares, consulta con un especialista.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com

Salud mental con los hijos

Cómo cuidar y hablar de la salud mental con los hijos

Hablar de salud mental con tus hijos les prepara para afrontar esta realidad tan presente, comprenderla y ser capaces de pedir ayuda si la necesitan. Te contamos cómo abordar esta conversación.
Cómo cuidar y hablar de la salud mental con los hijos

Criar y cuidar a un niño no solo implica preocuparse por su salud física, sino también atender a sus necesidades emocionales. Esto es algo que con frecuencia se olvida, ya que se tiende a pensar que los pequeños tienen una vida fácil y sin preocupaciones. En realidad, hablar de salud mental con los hijos y cuidar su bienestar en este aspecto es fundamental; por esto, te ofrecemos algunas claves para lograrlo.

Cabe mencionar que actualmente se estima que uno de cada ocho menores presenta un trastorno psicológico y muchos más pueden padecer signos y síntomas que no llegan a constituir un diagnóstico. Más del 50 % de los trastornos mentales se inician durante la infancia y la adolescencia; por eso, la prevención debe empezar desde los primeros años y partir de la familia.

¿Por qué cuidar y hablar de la salud mental con los hijos?

Cómo cuidar y hablar de la salud mental con los hijos

Aunque pueda resultar incómodo, nunca es pronto para hablar de salud mental con los niños. Por supuesto, deberás adaptar el lenguaje y el mensaje a su edad, pero deberás informarles de una realidad que está cada vez más presente.

Al hacerlo, les ayudas a comprender y a desarrollar empatía por las personas de su entorno (familiares, amigos o compañeros de clase) que sufren algún trastorno; pero, lo más importante, les ofreces herramientas para cuidar su propio bienestar psicológico.

En realidad, los niños pueden estar expuestos a diversas situaciones cotidianas que pueden generar estrés, ansiedad, depresión, problemas de conducta o trastornos alimentarios.

Los conflictos familiares, los problemas escolares, las etapas de cambio en sus vidas, la influencia de la tecnología y las redes sociales… hay múltiples factores de riesgo. Así, es fundamental enseñarles a lidiar con las adversidades y gestionarlas de un modo positivo.

¿Cómo hablar de la salud mental con los hijos en función de su edad?

El mensaje sobre salud mental que debes transmitir a tus hijos depende mucho de su edad, su madurez y su capacidad de comprensión. Así, te mostramos algunas orientaciones que pueden ayudarte a abordar dicha conversación.

De 2 a 6 años

La educación sobre salud mental puede comenzar desde el momento en que los niños comienzan a hablar y a comprender el lenguaje. En esta primera etapa es relevante centrarse en la educación emocional; es decir, ayudar a los niños a identificar las emociones y ponerles nombre y, en cierta medida, ayudarles a gestionarlas.

Para esto, puedes valerte de libros y cuentos con ilustraciones que muestren las diferentes expresiones faciales asociadas a las emociones o de herramientas como el termómetro emocional. También, es importante ayudarles con tus palabras a identificar lo que van sintiendo en el día a día (por ejemplo: sé que estás enfadado porque no querías irte del parque).

De 7 a 10 años

En este momento, los niños ya son más capaces de reconocer y expresar sus emociones, por lo que tu labor ha de ser la de facilitarles esta expresión al ofrecerles oportunidades frecuentes para ello.

Conversar en familia durante la comida o la cena puede ser una buena alternativa, pero, además, para que no se sienta como un interrogatorio, puedes implementar dinámicas conjuntas. Por ejemplo, adoptar el hábito de cada noche compartir cada miembro de la familia lo mejor y lo peor de su día, aquello que le entusiasma y si hay algo que le preocupa.

De 11 a 14 años

En esta etapa, puedes hablar abiertamente de las enfermedades mentales pues, probablemente, los niños ya sepan de muchas de ellas. Puedes iniciar preguntándoles qué saben al respecto para después corregir la información errónea y proporcionarles más datos. Es importante enseñarles a detectar en ellos mismos las señales de que algo va mal y animarles a pedir ayuda en caso de que esto suceda.

De 14 en adelante

Durante la adolescencia, suceden grandes cambios difíciles de gestionar, por lo que la clave en este momento es supervisar (desde la distancia, ofreciendo la independencia que reclama el menor) y ser comprensivos y tolerantes. Lo fundamental es tratar de mantener las vías de comunicación abiertas y generar una confianza con el joven que le permita acudir a ti en busca de ayuda.

Claves para cuidar de la salud mental con los hijos

Cómo cuidar y hablar de la salud mental con los hijos

Hablar con los hijos de salud mental es necesario, pero no suficiente, también has de proporcionarles herramientas y medios para cuidar de su bienestar psicológico. Algunos puntos cruciales al respecto son los siguientes.

Crianza positiva

Establecer un vínculo de apego seguro con los progenitores y crecer con una crianza positiva y respetuosa es un gran garantía para una buena salud mental a futuro. Por esto, ama y acepta incondicionalmente a tus hijos, establece límites apropiados y fomenta su autoestima y autonomía.

Buenos hábitos

La salud física y mental están estrechamente relacionadas por lo que es esencial tener unos hábitos de vida saludables desde la infancia. La alimentación equilibrada, la actividad física regular, las oportunidades de socialización, los buenos hábitos de sueño, vivir en entornos limpios y organizados… Estos pequeños factores que en el día a día se descuidan pueden marcar la diferencia; procura inculcárselos a tus niños.

Diálogo interno adecuado

Contar con un diálogo interno positivo ayudará a tus hijos a prevenir la aparición de problemas de salud mental. Esto consiste en adoptar el hábito de tener pensamientos flexibles y constructivos que les ayuden a gestionar las dificultades y ser resilientes. Así, han de acostumbrarse a hablarse a sí mismos con amor y respeto, a no criticarse ni compararse y a dedicarse palabras de aliento y motivación.

Ten presente que los pensamientos de los hijos son en gran medida el reflejo de la forma en que los padres les hablan durante su crecimiento. Por esto, presta atención a tus propias palabras.

Herramientas personales

Para enseñar a tus hijos a cuidar su salud mental desde pequeños, puedes entrenarles en ciertas técnicas y prácticas que son de gran utilidad: por ejemplo, la meditación, la asertividad para saber comunicarse o la inteligencia emocional.

Estas técnicas deberán estar adaptadas a la edad; así, para los niños más pequeños puede ser útil implementar el rincón de la calma o enseñarles a realizar la técnica Koeppen. Los más mayores pueden aprender otras técnicas de relajación o utilizar la escritura terapéutica para canalizar sus emociones.

¿Cuándo pedir ayuda?

Aunque implementes todas las anteriores recomendaciones, ninguna persona está exenta de sufrir problemas de salud mental. Por eso, has de estar abierto a la posibilidad de pedir ayuda profesional. Para saber cuándo ha llegado este momento, conversa a menudo con tu hijo pero, sobre todo, fíjate en su conducta. Algunos signos de alarma pueden ser los siguientes:

  • Presenta alteraciones del sueño o del apetito
  • Se muestra triste, irritable o apático, y no tiene interés por ninguna actividad
  • Tiene cambios de humor bruscos o reacciona de forma intensa ante problemas menores
  • Se preocupa en exceso y estos temores limitan su día a día
  • Tiene dificultades para socializar y encajar con sus iguales
  • Manifiesta dolores y molestias físicas sin causa aparente

 

Hablar de la salud mental con los hijos es un trabajo diario

En definitiva, hablar de la salud mental con tus hijos es abrirles la puerta a conocerse, comprenderse y ayudarse cuando sea necesario. Normalizar las conversaciones sobre las emociones, los miedos o las dificultades ayuda a eliminar el sentimiento de culpa y vergüenza, y anima a tomar medidas para recuperar el bienestar. Por esto, desde sus primeros años, cuida este aspecto.

 

Fuente: mejorconsalud.as.com

Malos hábitos en la ducha

7 malos hábitos que seguimos en la ducha y no sabemos que nos hacen daño

Para que la ducha cumpla con su función y no nos perjudique debemos tener en cuenta una serie de aspectos que solemos pasar por alto, como estar demasiado tiempo bajo el agua.
7 malos hábitos que seguimos en la ducha y no sabemos que nos hacen daño

El aseo en la ducha es uno de los hábitos de cuidado personal que practicamos a diario, tanto por higiene como por promover el bienestar en general. A través de esta buscamos eliminar la suciedad y las bacterias que se van acumulando en el cuerpo. De este modo, evitamos los malos olores, las imperfecciones en la piel y otros problemas estéticos y de salud.

Sin embargo, aunque es una tarea sencilla, hay algunas malas costumbres que, lejos de ser saludables, podrían ocasionar reacciones indeseadas cuando se practican de forma recurrente.

Lo más preocupante es que para muchos pasan desapercibidas. Aunque presentan ciertos síntomas, no se llega a imaginar que se deben a estos errores. Debido a esto, a continuación queremos compartir en detalle cuáles son esos hábitos que inconscientemente pueden hacer daño. ¡Descúbrelos!

1. No lavar los pies, uno de los grandes errores en la ducha

Saltarse el lavado de los pies es una costumbre poco saludable que practican las personas de todas las edades. Muchos solo se preocupan por lavar con agua y jabón la parte superior del cuerpo. Consideran que los restos que bajan por los pies hacia el desagüe son suficientes para desinfectarlos.

Lo cierto es que los pies no se lavan solos. Por desgracia, al no darles un cuidado especial durante la ducha pueden padecer infecciones por hongos y además tendencia a olores desagradables.

Mal olor en los pies en la ducha: ¿cómo combatirlo?
El exceso de sudoración, sumado al contacto con bacterias y hongos, es lo que ocasiona mal olor en los pies.

2. Lavar el cabello todos los días

La mayoría de las personas acostumbran a lavar su cabello con excesiva frecuencia, sobre todo aquellas que lo tienen graso. Creen que así mantendrá más saludable y limpio. Si bien el uso de champú y acondicionador permite darle un aspecto muy agradable, no está bien lavarlo con tanta frecuencia así como tampoco con agua caliente.

Aunque los productos ayudan a fortalecerlo, su uso excesivo puede alterar la segregación natural de aceites en el cuero cabelludo, y derivar en un exceso de sequedad. Lo ideal es hacerlo solo tres o cuatro veces a la semana, en especial si el pelo tiende a ser seco.

3. Saltarse la ducha después de hacer ejercicio

Muchos llegan demasiado cansados de su entrenamiento físico como para tomar una ducha. Sin embargo, no hacerlo acarrea consecuencias que van más allá de los malos olores corporales.

El cuerpo libera toxinas y bacterias a través de la sudoración. Dejarlas en la superficie de la piel incrementa el riesgo de sufrir brotes de acné e infecciones cutáneas. Su presencia evita que la piel se oxigene de forma óptima, lo cual le genera imperfecciones notorias.

4. Tomar duchas demasiado largas

Mujer en la ducha

Tomar duchas demasiado largas no solo implica gastar más agua de la necesaria sino que, con el tiempo, puede originar graves problemas en la piel, según confirma un artículo publicado en la revista Elsevier.

Someterla de manera excesiva al agua, sobre todo si es caliente, desequilibra la actividad de las glándulas sebáceas y también altera la humedad natural que la caracteriza. Esto puede explicar por qué muchos sienten una incómoda sequedad y comezón después de bañarse.

Otro artículo indica lo siguiente: “cualquier tipo de acción limpiadora, ya se haga sólo con agua o con sustancias detergentes, quiebra la barrera cutánea. Por ello es importante seguir esta máxima: una ducha al día basta. La temperatura del agua debería ser lo más baja posible y la ducha, corta”.

5. Dejar la esponja en la ducha

La esponja vegetal es un elemento complementario de la ducha. Además de ayudar a eliminar la suciedad, es útil para quitar las células muertas y todo tipo de impurezas adheridas en la superficie de la piel.

No obstante, puede volverse un arma de doble filo. Al dejarlo en un ambiente húmedo, tiende a convertirse en un hogar perfecto para las bacterias y los hongos. Por lo tanto, en lugar de dejarlo en la ducha al finalizar el baño, lo ideal es desinfectarlo y ponerlo a secar antes de volver a utilizarlo.

6. Secar la piel con fuerza

Secar la piel con demasiada rudeza parece un hábito inofensivo. En realidad es una mala práctica que puede originar molestias cutáneas.

Las toallas no son agresivas para la piel. Sin embargo, frotarlas con demasiada fuerza puede generar sensibilidad y dificultades para retener la humedad natural.

La forma aconsejable de emplearlas es a través de suaves palmadas en las áreas húmedas. Sin friccionar o frotar de manera excesiva.

7. Retrasar la hidratación

Cremas emolientes para la piel seca en la ducha
El uso de cremas emolientes para la piel seca es una medida recomendada.

La hidratación inmediata de la piel después de tomar una ducha es determinante para mantenerla elástica, protegida y con un aspecto saludable. Esto se debe a que el agua puede generar alteraciones en la actividad de las glándulas productoras de aceite, lo que se traduce en sequedad o comezón.

La aplicación de crema hidratante corporal contrarresta estos efectos y ayuda a mantener el pH natural de la piel balanceado.

¿Identificas alguno de estos hábitos? De ser así, procura corregirlos para no tener que sufrir alguna de sus consecuencias. 

Fuente: mejorconsalud.as.com