Pellets, ventajas e inconvenientes

 

Calefacción con pellets, ventajas e inconvenientes

Los pellets, producidos con excedentes madereros, son una alternativa de calefacción más ecológica y económica que el gasóleo, el gas o la electricidad

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Los pellets, unos pequeños cilindros producidos con excedentes madereros, son un combustible más ecológico y económico que el gasóleo, el gas o la electricidad. En otros países, en especial del norte de Europa, se utilizan de forma común desde hace décadas, mientras que en España han empezado a emplearse en los últimos años. No obstante, antes de instalar una estufa o una caldera de este tipo de biomasa, conviene estudiar bien si se adapta a nuestras necesidades y presupuesto. Este artículo explica las ventajas e inconvenientes de la calefacción con pellets y cómo tener una que sea buena.

Ventajas e inconvenientes de las calefacciones con pellets

Los pellets reutilizan los excedentes madereros que, de otra forma, aumentarían el riesgo de incendios forestales

Los pellets se elaboran con desechos de madera como el serrín, las virutas o las astillas de los árboles. Procedentes de la agricultura o residuos industriales o municipales, se conglomeran a alta presión y se les da forma de pequeños cilindros. Su principal particularidad es el alto poder calorífico que tienen, por lo que se emplean como combustible de sistemas de calefacción. Las ventajas de los pellets en este sentido son diversas:

👉 Son más ecológicos que los combustibles fósiles. La madera es un recurso natural renovable, siempre que se gestione y consuma de forma sostenible. Utilizado de manera óptima, sus emisiones de dióxido de carbono (CO2), principal gas implicado en el cambio climático, son casi nulas. No contiene azufre, por lo que se evitan problemas de lluvia ácida. La fabricación de pellets supone la reutilización de los excedentes madereros que de otra forma se desperdiciarían y que en los bosques son un peligro porque pueden propiciar incendios forestales. Las cenizas provenientes de su combustión se pueden reutilizar como abono mediante compostaje.

👉 Son más baratos y seguros que los combustibles fósiles. Aunque en los últimos años su precio en España ha subido porque la producción no ha crecido al ritmo del aumento de la demanda, su coste es aún menor que el del gas, el gasóleo o la electricidad. En función de factores como el consumo o el tipo de sistema, se pueden ahorrar importantes cantidades de dinero al año. Además, no tiene riesgo de explosión y no produce malos olores.

👉 Reducen la dependencia energética hacia el exterior. España necesita importar un 80% de la energía que consume, en su mayoría petróleo y gas natural. Al emplear energías renovables autóctonas, como los pellets, la balanza comercial se resiente menos. Según datos de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom), con el uso de 10 millones de toneladas de biomasa, se evita la importación de 20 millones de barriles de petróleo por valor de mas de 1.000 millones de euros/año.

👉 Contribuyen a generar empleo local. La industria de la madera cercana al consumidor se beneficia, al igual que todo el sector generado a su alrededor, desde el transporte a los fabricantes de calderas o estufas específicas para este material. Según datos de Avebiom, en España se ha pasado de cuatro fábricas en 2011 a una quincena en la actualidad, y entre 50 y 60 distribuidores. Su presidente, Javier Díaz, asegura que el sector de la biomasa, en el que se incluyen los pellets, crea «135 puestos de trabajo directos por cada 10.000 habitantes, frente a nueve con petróleo y gas natural. En España se podrían producir 594.000 puestos de trabajo directos con la bioenergía».

👉 Pueden ser polivalentes. Se encuentran sistemas que, además de calentar una vivienda o una habitación, calientan el agua, como con los acumuladores de agua caliente sanitaria (ACS), o sirven para cocinar, como las termococinas.

pellets ecológico

Antes de hacerse con un sistema de calefacción con pellets, conviene conocer también sus desventajas. Estos sistemas son en general más caros que los convencionales, de manera que habrá que tenerlo en cuenta para amortizar la inversión. En función de factores como la tecnología o el sistema utilizado, desde una estufa individual hasta una caldera de condensación, los precios pueden oscilar entre los 400 y los 18.000 euros.

Asimismo, requieren un mayor espacio y atención. Las calderas de pellets son menos compactas que las de gasóleo o gas, pero sobre todo, hay que pensar el lugar donde se almacenarán los pellets, para no quedarse cortos, guardarlos en malas condiciones o gastar más de lo necesario. Estas calderas tienen que instalarse con una salida de humos.

Para obtener un buen rendimiento y evitar problemas, las calderas de pellets necesitan por lo general un mayor mantenimiento, sobre todo de limpieza de las cenizas, si bien hay modelos automáticos que facilitan la tarea.

 

Cómo tener una buena calefacción con pellets

Si tras sopesar los pros y contras se decide instalar un sistema de calefacción con pellets, se recomienda seguir los siguientes consejos:

  Realizar un estudio previo. No es lo mismo calentar una habitación puntual que todo un edificio comunitario. Hay una gran variedad de modelos, potencias y calidades de estufas y calderas. Lo mejor es contactar con un experto que estudie e instale el sistema que se adapte a nuestras necesidades y presupuesto, y analizar si se pueden aprovechar elementos previos, como radiadores o suelo radiante.

  Buscar ayudas públicas. Instituciones como el IDAE o las entidades con responsabilidad en energía y/o medio ambiente de las comunidades autónomas ofrecen ayudas para adquirir este tipo de instalaciones renovables.

  Conseguir pellets de calidad. Los mejores son los que llevan certificados de calidad, como el ENplus. Un buen pellet debe estar de una pieza y tener un color uniforme. Si tiene mucho serrín, están desechos, húmedos o tienen polvo o puntos de color (llevan otros materiales), no son buenos.

  Realizar un buen almacenamiento y mantenimiento. Cuanta más cantidad de pellets se compre, más baratos salen. Se pueden adquirir en bolsas de 15 kilos o en toneladas, traídos por camiones cisterna. Para espacios y presupuestos limitados, una opción interesante son las calderas de pellet con tolva incorporada.

 

Fuente: consumer.es

Hidratada tu piel en invierno

6 formas de mantener tu piel hidratada en invierno

Los meses de frío son enemigos de la piel, pero prácticas como ducharse con agua templada, bajar la temperatura de la calefacción y abrigarse bien ayudan a protegerla
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El frío pasa factura a nuestra piel. Algunas de las huellas del invierno en el órgano más extenso del cuerpo son la sequedad, consecuencia de la falta de humedad, y las rojeces por la dilatación de los vasos capilares por los choques térmicos. Pero hay formas de mantenerla hidratada. Estos son los trucos para prevenir, calmar y tratar la piel seca en la estación del año más fría.

1. Abrigarse del frío

Cuanto más seco sea el aire en casa o la oficina, más seca está la piel, por lo que conviene evitar las calefacciones extremas y colocar un humidificador en las estancias más habitadas
El tiempo frío, en especial cuando el aire es seco, hace que la humedad de la piel se evapore más deprisa. Los científicos estiman que el órgano cutáneo pierde hasta una cuarta parte de su capacidad de mantener su hidratación natural. Esto explica por qué la sentimos tirante y seca. «El invierno afecta a todo nuestro cuerpo, y también a la piel, que es especialmente sensible en la zona de mejillas, los labios, el cuello, el escote y las manos«, dice la doctora Nayra Merino, de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

El primer paso para protegerla, por tanto, es abrigarse: hay que usar jerséis calientes y no salir al exterior sin guantes ni bufanda. Pero con la piel muy sensible lo conveniente es olvidarse de la lana, porque puede aumentar la irritación.

Combatir el frío en manos y pies

 

2. Bajar la calefacción e hidratar la casa

Las calefacciones extremas, que recrean un ambiente tropical en pleno mes de enero, no benefician en nada a nuestra piel. Además, a la larga, pueden favorecer la aparición de rojeces, capilares o cuperosis, por los contrastes bruscos de temperatura al salir a la calle.

Por tanto, los expertos recomiendan evitar temperaturas demasiado altas en casa y, por el contrario, poner la calefacción a unos 21 ºC o 22 ºC, una temperatura de confort más que suficiente. No solo se ahorrará dinero (cada grado extra hará que aumente un 7 % la factura de la energía, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Subir más el termostato favorece la evaporación del agua y hace que la piel se deshidrate, que sintamos que está más seca y tirante.

Pero, además, cuanto más seco sea el aire del hogar, más seca está la piel. Para recuperar la humedad en la vivienda, se puede colocar un humidificador, sobre todo en la habitación donde se pase más tiempo, como el dormitorio o el salón. Esto ayudará a mantener hidratada la barrera cutánea y protegerá los aceites naturales de su superficie.

 

3. Evitar las duchas muy calientes

Sumergirse en agua caliente es muy tentador en invierno, pero cuanto mayor sea la temperatura del agua, mayor pérdida de humedad sufrirá la piel, ya que estos baños favorecen la eliminación de los aceites naturales de la epidermis. En consecuencia, los dermatólogos recomiendan templar el agua, no prolongar las duchas más de 10 minutos y usar productos suaves y esponjas que irriten la piel.

Los especialistas también suelen aconsejar olvidarse de los desodorantes perfumados -mejor escoger uno muy suave- y evitar los geles de baño con olores artificiales, así como los productos con alcohol para la piel.

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4. Beber mucho agua: es bueno para la piel

No hay que olvidar hidratarse también por dentro; la piel lo agradecerá. Y esto se traduce en un gesto tan sencillo como eficaz: beber agua. Por el contrario, no se debe exagerar ni con el alcohol ni con el café, pues estas bebidas son diuréticas, por lo que fomentan la pérdida de líquidos.

 

5. Tomar alimentos para cuidar la piel

Lo que comemos también influye en la hidratación cutánea, por lo que conviene intentar aumentar la ingesta de alimentos ricos en grasas buenas, como nueces, aceite de oliva y aguacates. Y hay otros alimentos que ayudan a cuidar la piel, en especial, los abundantes en vitaminas y antioxidantes, como arándanos, verduras y cítricos.

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6. Nutrir la piel

Los expertos lo repiten como un mantra: no hay un truco ni rutina de hidratación de la piel que valga para todos, ya que su cuidado es un proceso de ensayo y error. Pero quienes la tienen seca, deben nutrirla. Los especialistas recomiendan cambiar a una crema pesada que realmente hidrate durante estos meses. Y repetir la rutina de limpieza e hidratación al menos dos veces al día: una por la mañana al despertar y otra antes de meterse en la cama. «Una crema emoliente con lanolina o urea ayuda a mantener una piel sana durante el invierno», dice la dermatóloga.

Los principios activos que aconseja son cremas con vitamina C, ácido retinoico, ácido glicólico y los hidroxiácidos, que además tienen función antiedad. Pero las personas intolerantes deben utilizar sustancias calmantes, vasoconstrictoras y descongestivas, como el dexpantenol, alfabisobolol, rusco, ácido glicirrético…

El agua caliente en el rostro puede usarse en momentos puntuales. Y es que los vahos y baños turcos (saunas húmedas) ayudan a dilatar los poros y favorecen así la eliminación de las impurezas y puntos negros; pero no hay que abusar de ellos. También es importante acabar siempre con agua fría.

 

Claves para proteger la piel del frío

  • ✅  Hidratar la piel a diario y varias veces al día
  • ✅  Evitar lavarse las manos en exceso. Usar guantes y cremas con efecto barrera para ellas.
  • ✅  Escoger productos suaves para lavarse la cara y el cuerpo.
  • ✅  Evitar las duchas con agua muy caliente o muy fría. Lo idóneo es el agua tibia y no ducharse más de una vez al día, ya que, de otro modo, se aumentaría la deshidratación de la piel.
  • ✅  Los labios sufren mucho en invierno; hay que hidratarlos y protegerlos de la luz ultravioleta.
  • ✅  No olvidarse de las gafas de sol y la protección solar diaria, aunque sea invierno.
  • ✅  Usar guantes y prendas de abrigo.
  • ✅  Huir de los cambios bruscos de temperatura, ya que esto incrementa la posibilidad de aparición de capilares dilatados (telangiectasias o arañas vasculares) en la cara, en especial en las mejillas.

Fuente: consumer.es

Tartas de queso

Las 13 mejores tartas de queso de Directo al Paladar…

Y cómo acompañarlas para convertirlas en un postre fetén

Las 13 mejores tartas de queso de Directo al Paladar (y cómo acompañarlas para convertirlas en un postre fetén)

La tarta de queso arrebató un buen día a la de zanahoria su protagonismo en la carta de la gran mayoría de restaurantes y cafeterías. Nos llegó primero la moda al estilo americano, hasta que se impusieron recetas que siguen la estela de la famosísima tarta de queso La Viña, como la tarta de queso al horno. Pero no es la única, ni tiene por qué ser la mejor.

Abramos de una vez por todas el melón: una tarta de queso no es más perfecta por desparramarse el interior al cortarla. No es una tortilla de patatas -cuyo nivel de cuajado óptimo también daría para largos debates- y no tiene por qué quedarse cruda. Dicho esto, hay muchos estilos de tartas de queso, con texturas y sabores para todos los gustos.

Si en la carta de un menú vemos que se recoge el término inglés de cheesecake, deberíamos esperar que se trata de una referencia al estilo de tarta de Estados Unidos, aunque no es una regla que siempre se respete. Puesto que existen variedades de este pastel en prácticamente todo el mundo, utilizar el término anglosajón sin sentido denota pretenciosidad, falta de interés o pura ignorancia.

Tarta de Queso

Afirmar que no te gusta la tarta de queso es aventurarse demasiado y rechazar una posible fuente inagotable de placer. Salvo que rechaces el mundo dulce en general o tengas algún tipo de fobia, hay recetas tan diferentes entre sí que seguro que hay una hecha para ti. O quizá tu destino son las tartas de queso saladas.

En cualquier caso, hoy bajamos un poco de su pedestal a la tarta de queso de la Viña para recuperar otras de nuestras recetas favoritas, elevando su presentación con ideas diferentes para servirlas. Porque incluso el mejor postre se puede mejorar con el acompañamiento adecuado.

Tarta de queso clásica

Tarta Clasica

Antes de ponerse de moda la tarta de la Viña y otras semejantes, esta es la receta más típica repetida en multitud de hogares y también en restaurantes y cafeterías sin ínfulas. Una base de galleta y mantequilla, un relleno con queso de untar y nata, y una cobertura de mermelada: los clásicos no fallan.

Ingredientes

Para 8 personas
  • Galletas tipo Digestive18
  • Mantequilla derretida150 g
  • Queso crema a temperatura ambiente450 g
  • Nata líquida para montar a temperatura ambiente220 ml
  • Huevo a temperatura ambiente4
  • Azúcar75 g
  • Ralladura de limón o lima (opcional)1
  • Frambuesas al gusto

Cómo hacer tarta de queso clásica

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total10 m
  • Elaboración20 m
  • Cocción50 m
  • Reposo30 m

Hacemos la base mezclando la mantequilla con las galletas machacadas, y la ralladura. Una vez hecha la mezclal, cubrimos la parte de abajo del molde redondo donde vayamos a hacer la tarta, y lo metemos en la nevera para que endurezca con el frío.

Precalentamos el horno a 180ºC. Para hacer el relleno, batimos con las varillas las yemas de los huevos con el azúcar hasta que blanqueen. Montamos ligeramente las claras y las incorporamos. También añadimos la nata líquida y el queso crema y mezclamos bien hasta que no haya grumos.

Sacamos la base de la nevera y la rellenamos. Horneamos bajando la temperatura a 170ºC durante 50 minutos. Apagamos y dejamos que la tarta se enfríe, primero dentro del horno y después dentro de la nevera. Decoramos la tarta de queso cuando esté fría.

Tarta Pasos

Con qué acompañarla

La clásica tarta de queso casera pide una buena capa de mermelada de fresa, frambuesa, arándanos o frutos del bosque, mejor si es casera. Podemos extenderla tal cual, en una capa densa, o diluirla un poco al fuego con agua, colándola después si queremos evitar las semillas o los grumos, sirviéndola en una salsera para que cada comensal la acompañe a su gusto.

Como contraste que rebaje el dulzor, es buena idea coronarla con frutas frescas algo ácidas, como las frambuesas de la misma mermelada. Deliciosa con un café con leche o una copita de vino dulce.

New York cheesecake o al estilo neoyorquino

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La más icónica de las tartas de queso americanas o cheesecake se caracteriza por su base de galletas tipo digestive o graham crackers y una textura densa pero cremosa, bien cuajada pero melosa. Aunque también hay versiones con una base de bizcocho tipo genovés, es la de galleta la más popular y que más ha cruzado fronteras. Además de queso tipo Philadelphia, se completa con nata o sour cream, y suele tener un toque ácido.

Con qué acompañarla

La mermelada de frutos del bosque se ha impuesto como cobertura básica, pero para vestirla mucho mejor nada como una salsa de frutas glaseadas. En Estados Unidos utilizan a menudo una lata de preparado de cerezas para cherry pie, pero se puede hacer fácilmente cociendo unas frutas rojas frescas o congeladas en un almíbar sencillo de azúcar, el doble de volumen de agua y un poco de maizena diluida en agua fría para espesar.

Käsekuchen o al estilo alemán

Tarta de queso

Las tartas de queso germanas se han visto influenciadas también por la cultura anglosajona, pero suelen diferenciarse claramente de las cheesecakes y además hay miles de variantes según el país o la región. La forma más clásica es horneada, con un relleno de quark o schmand -una especie de nata muy espesa- además de la típica mezcla de pudding de vainilla en sobre que ayuda a dar consistencia.

Con qué acompañarla

Con o sin base, la tarta alemana a menudo se sirve sin más cobertura que azúcar glasé tamizado, o se añaden unas frutas rojas o de temporada por encima. La mermelada es algo más reciente y de influencia americana, suelen gustar más las mezclas de frutas frescas, o en versión de salsa o glaseada.

En cualquier caso, la mermelada de albaricoque es más tradicional que la de frutos rojos. Pero un acompañamiento muy típico y delicioso para la cremosidad del pastel es un streusel a base de mantequilla fría, harina y azúcar,  o con almendra.

Tarta de queso al estilo japonés

Tarta Japonesa

La versión japonesa de este pastel sigue la línea de la repostería nipona que adapta los clásicos occidentales. Es una tarta ligeramente abizcochada, muy suave y esponjosa, delicada y ligera. Con pocos ingredientes y sin base de ningún tipo, es una delicia fresca perfecta para un postre que no resulte muy pesado ni empalagoso.

Con qué acompañarla

Para no mancillar su delicada esponjosidad lo mejor es decorarla solo con algo de azúcar glasé tamizado, quizá usando alguna plantilla para formar un dibujo bonito, y, si acaso llevando a la mesa unas frutas frescas rojas con unas hojas de menta, que aporten color. Los más golosos querrán también una porción de buena nata montada, sin dejarla demasiado firme. Y para beber, nada como un té matcha caliente o en su versión fría.

Tarta de queso y chocolate

Tarta Chocolate

Los amantes del chocolate también pueden darse el lujo de disfrutar de la versión con cacao de este postre. Lo cierto es que esta tarta es una delicia que no empalaga al emplear chocolate negro, y prescindir de bases que resten protagonismo al sabor de la crema horneada, cremosa y suave.

Con qué acompañarla

Para potenciar aún más el chocolate, nada como espolvorearla con cacao en polvo tamizado y añadir un poco de flor de sal o sal en escamas justo al momento de servir. Podemos acompañarla con una bola de helado de vainilla y un café espresso intenso, que realce todavía con mayor intensidad los matices de sabor del postre.

Tarta de queso y calabaza

Tarta de queso y Calabaza

Quizá más apropiada para el otoño, la tarta de queso y calabaza es otra variante que los apasionados de este postre tienen que probar. Con la hortaliza asada y bien escurrida tendremos una mezcla fantástica para enriquecer el relleno de queso, potenciado con el sabor aromático de las especias típicas de estos pasteles.

Con qué acompañarla

Esta variante no se puede acompañar con frutos rojos ni nada parecido. Es decir sí se puede, pero no hacen un maridaje muy apropiado. Si somos muy golosos combinaría mejor una salsa de caramelo, toffee o de vainilla ligera, nata montada con un toque de canela, o algún helado más lácteo y neutro, como el siempre infalible de vainilla o nata, o también un poco de chocolate muy negro fundido. Para acompañar, un capuccino o, mejor, pumpkin spice latte casero.

Tarta de queso y zanahoria

Tarta de Queso y Zanahoria

Otra sorprendente variante que fusiona dos postres típicamente americanos es esta fabulosa carrot cheesecake, ideal para sorprender a los invitados. La base es una capa fina de bizcocho de zanahoria tradicional, que casa maravillosamente bien con el relleno cremoso de queso, en este caso con mascarpone. Ambas se fusionan durante el horneado creando un postre espectacular.

Con qué acompañarla

La contundencia de esta tarta pide un acompañamiento ligero que refresque un poco; aunque la mermelada de fresa es un recurso fácil, podemos simplemente elegir la fruta fresca picada y macerada en zumo de naranja, otro sabor que va muy bien con los sabores de la tarta.

Añadir nata, helado o caramelo sería rizar demasiado el rizo, aunque una picada de nueces o de otros frutos secos sí sería una guinda estupenda que además aportará textura crujiente. Para beber, nada como un sencillo vaso de leche fría o una alternativa vegetal que sea bien aromática, como la de almendras o avellanas, con un toque de canela.

Crème brûlée cheesecake

crème brûlée cheesecake

La repostería americana sale al feliz encuentro de la tradición francesa con este otro fabuloso postre que bien se merece invertir en un soplete de cocina. Realmente podríamos aplicar el tratamiento de crema quemada -imitando también a la crema catalana- a nuestra receta de tarta de queso favorita, pues solo se trata de espolvorear con azúcar una vez reposada y fría, para quemar bien esa capa hasta caramelizarla.

Con qué acompañarla

Obviamente, en esta receta no vamos a añadir ninguna cobertura de mermelada, ni salsa de frutas, ni caramelo, ni chocolate. Como mucho podríamos llevar a la mesa una selección de frutas ácidas y frescas, como grosellas o frambuesas frescas, aunque es mejor prestar atención al maridaje de la bebida. Un café espresso o un carajillo serían buenos acompañantes, pero también un vino dulce estilo moscatel, que sea floral y ligeramente especiado.

Cheesecake de Nutella sin horno

Cheesecake Nutella

Obra de la fabulosa Nigella Lawson, autora de numerosos libros de cocina y protagonista de diversos programas de televisión británicos, esta versión sin horno es una absoluta exquisitez. Podríamos hacerla con cualquier otra crema untable de chocolate, pero es esencial que tenga una textura muy cremosa y un profundo sabor a avellanas.

Con qué acompañarla

Indudablemente dulce, pero con el toque inconfundible de la avellana tostada, esta tarta hay que servirla bien reposada pero dejando que pierda el frío excesivo de la nevera. Las avellanas tostadas groseramente picadas son su mejor corona, pudiendo añadir unas almendras o nueces para complementar. Un poco de ralladura de naranja o coco le iría también de maravilla.

Esta tarta hay que disfrutarla sin más complementos en el plato, acompañada de buen café recién hecho en la sobremesa o con una versión fría que refresque el paladar si suben las temperaturas. Si queremos añadir algo de fruta, el plátano es la mejor opción. El helado saludable instantáneo, o su versión en batido con un poco de leche, será el matrimonio perfecto para la merienda.

Tarta de queso con tocino de cielo

Tocino

No apta para los paladares que se empalaguen fácilmente, la tarta de queso con tocino de cielo es sin embargo una tentación para los más golosos. En realidad es una buena alternativa para quienes este dulce de toda la vida nos resulta excesivamente dulce, pues la parte de queso suaviza y equilibra el conjunto. Es un pastel para consumir en raciones comedidas y degustar sin prisas todos los matices de sus aromas y texturas.

Con qué acompañarla

De nuevo prescinimos aquí de los acompañamientos más típicos para dar todo el protagonismo a la tarta en su máxima pureza. Una opción sí podría ser la de montar nata de calidad sin añadir nada, nada de azúcar, para que su sabor neutro rebaje el dulzor del postre. Como maridaje, iría bien un vino de vendimia tardía, más dulzón, como un vino de hielo estilo Riesling. Para estomágos más fuertes, nada como un buen licor de hierbas.

Tarta de queso mascarpone

Mascarpone

El popular queso cremoso italiano, base del tiramisú, proporciona una textura y un sabor fantásticos para una tarta de queso más suave y equilibrada. Esta receta es una de las más sencillas y que aromatizamos con limón, un cítrico muy habitual en las recetas de este tipo con aires italianos. Es tan delicada que pide ser horneada al baño maría, dejando la base así más tierna e integrada.

Con qué acompañarla

Ya que es una tarta muy cremosa, podemos acompañarla con algo crujiente que aporte contraste de texturas. Las mismas galletas machacadas, espolvoreadas por encima, le darán un toque delicioso, colocadas ya con el pastel frío para que no se reblandezcan. Otra opción estupenda serían almendras en granillo o laminadas, tostadas brevemente en la sartén sin aceite. El sabor del fruto seco hace una pareja deliciosa con el queso mascarpone.

Y para rizar el rizo y aportar más color, un coulís de frutos rojos será la guinda infalible. Si estamos en temporada también podemos hacerlo de ciruelas, de cualquier variedad, o podemos usar uvas, cerezas o higos. Para maridar, nada como un vino marsala italiano o un poco de amaretto.

Tarta de queso de dulce de leche

Tarta de Dulce Leche

La receta del restaurante Janoko sorprende porque uno se espera que pece en exceso de dulce, pero al degustarla revela un sabor delicado y nada empalagoso que casi se torna adictivo. Son pocos ingredientes pero que no necesitan nada más para crear una de las versiones más ricas de este pastel, con el incofundible color tostado y su aroma de caramelo.

Con qué acompañarla

A pesar de todo, es una tarta muy calórica y dulce, por lo que hay que ser comedidos en el acompañamiento. Un simple toque de ralladura fina de naranja y pequeñas hojas de hierbabuena fresca pondrán el toque final perfecto, potenciando los sabores del pastel y refrescando el paladar para no cansar. El mejor maridaje es un café sin endulzar, solo o con leche, o algún té negro o infusión digestiva que asiente el estómago.

Tarta de queso ligerísima

Ligera

Para caprichos dulces pero que no rompan demasiado la dieta, o simplemente para disfrutar de una tarta de queso ligera cuando no nos apetecen postres muy pesados y empalagosos, esta versión ligera puede ser ideal para los próximos meses más cálidos. Si usamos edulcorante líquido apto para cocinar nos ahorramos todas las calorías del azúcar.

Al emplear lácteos desnatados es importante escurrirlos muy bien para que pierdan casi todo el exceso de agua. Podríamos reducir la cantidad de maizena yogur griego natural -griego del de verdad-, o añadiendo algo de gelatina.

Con qué acompañarla

Obviamente no tendría mucho sentido acompañar esta versión ligera con guarniciones calóricas o pesadas. Lo mejor es apostar por fruta de calidad, que podemos saltear o asar para potenciar los sabores, una técnica que funciona muy bien con fresas, arándanos, frambuesas, peras, moras, higos o manzanas. También la naranja o la mandarina bien pelada y pasada por la plancha se transforma, mejor con un toque de canela.

Si preferimos una cobertura más tradicional podemos usar mermelada de fresa sin azúcar, o una compota casera con algo de gelatina neutra, o usando semillas de chía para espesar. Si preferimos el toque del cacao podemos fundir chocolate negro sin azúcar y servirlo tibio con la tarta ya muy fría, y otra opción es rociarla con zumo de naranja reducido y colado, a modo de almíbar.

Un té moruno sin azúcar de hierbabuena o menta, bien frío si el tiempo acompaña, es el mejor maridaje que además resulta digestivo y muy refrescante.

Fuente: directoalpaladar.com